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Tras leer los diferentes informes enviados por las iglesias de San Sebastián, Vitoria, Bilbao, Pamplona y los de diversos colectivos como respuesta a la consulta ... abierta el pasado octubre por el Papa Francisco en la primera fase del Sínodo mundial sobre cómo 'caminar juntos', constato una fuerte discrepancia entre ellos. La discrepancia es normal en cualquier colectivo humano. Pero se ha visto reforzada y convertida en una dura división por los nombramientos de unos obispos que presentaban una mayor sintonía con las directrices que emanaban del sector más conservador del episcopado español, que con la necesidad de afrontar junto a los cristianos y cristianas de sus respectivas diócesis, los retos del momento, en fidelidad a lo dicho y hecho por Jesús. Pero no solo por eso. Creo que la división que constato se debe también a una distinta comprensión de lo que se entiende por 'practicante' en las diócesis del País Vasco, aunque no solo en ellas. Para los colectivos que se suelen tipificar como postconciliares, 'practicante' es quien conforme al programa del monte de las Bienaventuranzas o de la parábola del juicio final, da de comer al hambriento, visita al enfermo, se asocia con quienes se comprometen por la paz y la reconciliación y se posiciona en favor de los parias de este mundo. Pero para otros colectivos ser 'practicante' es, sobre todo, participar los domingos en la misa. Estos son conocidos como 'tradicionales'.

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