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En mi primer Zinemaldia...

En mi primer Zinemaldia...

Martes, 9 de agosto 2022, 07:18

Me siento requerido a contestar a esa pregunta tan directa que el pasado sábado nos dirigía a través de una página de este periódico mi excompañero Moyano («un efusivo saludo para tí , Alberto, y recuerdos para tu madre») , a propósito de la primera edición del Festival de Cine. Escribe Alberto que «el Zinemaldia continúa con la puesta en marcha de actividades que acompañen la celebración este año de su 70 aniversario. La última, la búsqueda de personas que mantuvieron alguna vinculación con la primera edición del certamen, celebrada en 1953. Si usted formó parte de aquel festival, sea como trabajador, empleado o mero espectador, el Festival de Cine de San Sebastián le necesita. El llamamiento lo realizó ayer el certamen a través de un comunicado en el que muestra su intención de localizar a personas que formaron parte, fueron testigo o asistieron a las proyecciones y/o eventos de la primera edición, la de 1953».

Consulto el calendario y el 'Histórico Libro' sobre el Festival de mi querido amigo José Luis Tuduri –un sentidísimo recuerdo durante ya tantos años que nos separan, aunque igual no falta mucho para que nos veamos en el otro patio–. Miembro del Comité de Selección en el Festival de San Sebastián durante cuatro años (1971, 1981 a 1983) y saco cuentas. Escribe mi tan recordado amigo que fue «el lunes 21 de septiembre de 1953, la fecha en la que se inauguraba la I Semana Internacional de Cine de San Sebastián». (Añade que «la capital donostiarra amaneció con buen tiempo, sol sin nubes y una agradable brisa». Y, en cuanto a lo que a mi persona respecta me dice mi DNI, que nací el 1 de agosto de 1928. Es decir, para esa fecha de inauguración de ese gran evento cinematográfico, este menda que esto escribe ya había cumplido 25 años y había azacaneado bastante por los lugares y mentideros de la ciudad. Era cliente habitual de sus cafeterías mas renombradas como 'Mónaco', 'París' y 'Madrid'; lucía mi Foto Studio en el escaparate de Fotografías Marín en la calle Garibay frente al edificio de Correos de aquel entonces, conocía de vista y hasta de saludos a aquel grupo de comerciantes cafeteros que tarde y noche se juntaban especialmente en el Café Madrid, y, por ende casi no había tarde alguna que no la terminábamos si no era en el cine.

Sigue escribiendo Alberto que «el Zinemaldia continúa con la puesta en marcha de actividades que acompañen la celebración este año de su 70 aniversario. La última, la búsqueda de personas que mantuvieron alguna vinculación con la primera edición del certamen, celebrada en 1953». Aunque lo tengo todo presente, recuerdo como si hoy mismo fuese, aquellas prisas de los inventores de la cosa (una especie de monstruo capaz de dar continuidad al verano donostiarra ahí por el descalabrante mes de septiembre cuando algo parece que se agosta), las prisas digo de los llamados Villar, Arellano, Durán, Sánchez Eceiza, etc, consulto el calendario y el 'Histórico Libro' de mi querido amigo José Luis Tuduri, repito, no entiendo cuál pudiera ser ese 'especial detalle' que los actuales mandamases del Festival quisieran ofrecer ahora a los que sí tuvimos la suerte de estar presentes en esas primeras proyecciones y nada importa, al menos en mi caso lo que fuere, que ya a uno le basta con lo que tiene, es decir; los amaneceres después de un dulce sueño, el baño que escandela viejos goces del agua y sutiles cuan gozosos resuellos, la bonhomía de las comidas tan simples que es posible que crea yo que agradecen esa especie de sinecura hasta el estómago e intestinos; el sofá y su invitación a la siestecilla en su soledad tan poblada de viejas lecturas que piden la consiguiente relectura... Todo lo cual aparece como que sea un vivir en plenitud mientras se espera que todo termine de la mejor manera posible, es decir como está sucediendo ahora día a día, es cierto que rastreando algo más los pies cada veinticuatro horas si así elegimos al menos los métodos de medición, la suavidad de las horas y de los pasados recuerdos a los que, paso a paso, ha venido a ser, en definitiva la vida. Es decir, un zambullirse en la nada, el principio de la gravedad desgarrándose en la propia carne, volviendo la cabeza hacia atrás, es cierto, con algo de envidia pero más bien poca... y fijándonos sobre todo, más bien, en el número redondo, en el último, el definitivo...

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