Consummatum est'. La penúltima de las siete palabras de la Pasión viene al pelo en este domingo que es de Gloria para la afición futbolera de un lado de la AP-8, pero domingo negro para la del kilometraje antípoda. Aun ignorando a estas horas ... quién alzó la Copa, no dudamos de que entre el aluvión de pronósticos publicados los habrá que adivinaron cuál sería el resultado exacto. Aunque si hemos errado tampoco lo tomemos muy a pecho: la miopía es común incluso entre los más acreditados prospectores.
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Para una investigación llevada a cabo en la universidad de Berkeley se recogieron durante diez años cerca de 100.000 pronósticos de unos 300 expertos en las más diversas materias. Verificados posteriormente, arrojaron conclusiones demoledoras: la tasa de aciertos resultó similar a la de cualquier juego de azar. Ello no obsta para que a diario nos sigan bombardeando con vaticinios supuestamente bien fundados. En el 'periodismo de clic' destacan los profetas de la ruina que nos imantan con titulares sensacionales como «El petróleo se acabará en quince años», «El euro no sobrevivirá a esta crisis», «Las pandemias serán cada vez más frecuentes», «Empieza a aprender chino porque te va a hacer falta», «El café pronto se convertirá en producto de lujo»... Lo ventajoso para estos arúspices es que equivocarse les sale gratis, pero basta con que acierten una vez, aunque sea de chiripa, para verse prestigiados de por vida con el aura de 'el experto que predijo...'.
Un ejercicio saludable, junto con un modo infalible de volverse escéptico en la materia, consiste en asomarse a lo que en el pasado se previó respecto a nuestro actual presente. Encontraremos desde sonoros patinazos, como el de Hitler anunciando un Reich para mil años –¿cómo iba a imaginar que duraría lo mismo que un electrodoméstico, unos diez?−, hasta inquietantes pero atinados presagios como el napoleónico «cuando China despierte, el mundo temblará». En cambio, ni las sucesivas crisis financiera y del Covid, ni la revolución de internet y las redes sociales, ni el gran salto adelante de la mujer a escala global los vieron venir las inteligencias más prescientes de décadas anteriores.
Con todo, la única cosa de la que podemos estar seguros en lo que atañe al porvenir es que muy raramente coincidirá con nuestras previsiones. Idea que Tony Blair respaldó con un divertido oxímoron: «No hago pronósticos. Nunca los he hecho y nunca los haré». Prueba inequívoca de que el expremier no es aficionado al fútbol.
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