Un atisbo de esperanza
¿Los gobiernos de Europa, de España, de Euskadi tienen que estar callados ante una posible victoria de Trump?
Roberto Lertxundi
Miércoles, 24 de julio 2024, 02:00
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Roberto Lertxundi
Miércoles, 24 de julio 2024, 02:00
Pocas cosas nos preocupan más en el mundo que la evolución de la política estadounidense. La influencia de sus decisiones es tan enorme que muchos de nuestros habituales problemas domésticos palidecen, hasta, prácticamente, desaparecer. Cuando miramos a Estados Unidos, lo hacemos con el pudor del ... súbdito que no acaba de controlar las claves de su futuro. Pues bien, los que no queremos que el próximo noviembre gane Donald Trump tembláblamos cada vez que veíamos en público al hasta el domingo candidato demócrata Joe Biden. Sus vacilaciones, lapsus, balbuceos, pérdidas de concentración, todo nos indica una decadencia en su estado. Menos mal que, aunque tarde, se ha retirado de la carrera electoral. Afortunadamente se ha impuesto la sensatez y la presión desde tan diversos ángulos, incluidos Barack Obama y Bill Clinton, ha logrado su fin. El mundo entero respira y se felicita.
Y no es una cuestión de edad, sino de capacidades. Hay gente que está muy bien a los 80 y más años. Pero no Joe Biden : está liquidado. Y su partido sabe que ese capital está 100% amortizado. Su partido caminaba hacia una derrota segura. Ahora sigue siendo muy difícil pero, sin duda hay algunas esperanzas. Lo cierto es que hay demasiado en juego como para que en Europa, a más de 6.000 kilómetros de distancia, nos quedemos quietos. ¿Es eso una injerencia? No, estamos en nuestro derecho, el mundo global no permite propuestas y soluciones de carácter parcial.
A muchos no nos gustan Joe Biden, o Kamala Harris, u otras figuras del Partido Demócrata, ni algunas de sus políticas, pero lo importante es contra quién estamos, votamos por el mal menor. Es un voto contra Donald Trump, contra un mundo del 'sálvese quien pueda'.
¿Es esto una injerencia? ¿Los gobiernos de Europa, de España, de Euskadi tienen que estar callados? La victoria de DonaldTrump significaría el triunfo internacional de Putin, de Netanyahu, de las empresas armamentísticas, de las ideologías más conservadoras. Por supuesto, supondría el fin de las políticas migratorias de acogida y reforma, y el avance de la violencia de género, el machismo y el racismo. De la puesta del Estado, de los Estados, al servicio de una minoría .
¿Es una injerencia? No, es una obligación. Pido menos que lo que el llamado mundo occidental (EE UU, la UE y sus aliados) obligó a reconocer en aquel señor Guaidó como presidente de Venezuela?. ¿Lo recuerdan ustedes? Y en tantos otros países... No hay injerencia, es corresponsabilidad con nuestro mundo, con nuestro papel internacional.
¿Vale para algo nuestra opinión? Probablemente para muy poco. Quizá, solo para nuestra dignidad, para valorar que tenemos dirigentes y representantes políticos que están ahí para jugarse el tipo, no para pasar el rato. No los elegimos para andar de puntillas, sin hacer ruido, a ver si en las próximas elecciones nos reeligen.
Dicen que en EE UU da igual quién gane. Dicen que, tanto ganen demócratas como republicanos, sus políticas dan lo mismo porque el país es una plutocracia, ahí siempre gana el dinero. Probablemente, sea cual sea el resultado, la plutocracia va a continuar de forma semejante. El asunto son las reformas posibles: los derechos de personas e individuos, pueblos y naciones, países y áreas geográficas. Es obvio que esperábamos mucho de los ocho años de Barack Obama, y nos defraudó; pero fíjense ustedes en las enormes diferencias entre las políticas de Obama y las de Trump. Sin comentarios.
No todo da igual. Europa, como entidad política, debe implicarse, dar un paso adelante en las relaciones internacionales. Desear al Partido Demócrata de EE UU los mayores éxitos, desear que sus políticas continúen desarrollándose.
Esperamos, por un lado, que la Convención Demócrata del próximo mes, a mediados de agosto, confirme una candidatura capaz de frenar a Trump. Y, por otro, que la UE, el Gobierno de España, el de Euskadi, es decir, nuestros representantes, hagan lo que esté en su mano para que las elecciones de noviembre en EE UU no sean un paseo para que el odio, la prepotencia, la grosería dominen la escena internacional.
¿Se imaginan un mundo en el que al liderazgo de Putin, Netanyahu, Kim Jong-un, Milei... se sume el de Donald Trump? Esperemos que nuestros representantes hagan cuanto esté en su mano para evitarlo. Que se la jueguen, por nuestra dignidad.
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