
La 'normalización' del plan Netanyahu
Tel Aviv libra guerras: en Gaza, Cisjordania o Líbano y contra el aparato judicial
Rosario Morejón Sabio
Doctora en Psicología y analista de relaciones internacionales
Martes, 8 de abril 2025, 02:00
Secciones
Servicios
Destacamos
Rosario Morejón Sabio
Doctora en Psicología y analista de relaciones internacionales
Martes, 8 de abril 2025, 02:00
Cuando la ambición de un ministro colisiona con una controvertida estrategia de Estado, un acto de lucha contra el antisemitismo pasa a fracaso y, lo ... mejor, a escaparate internacional de las relaciones de Israel con la extrema derecha mundial. El titular de la diáspora israelí, Amichai Chikli, encadenó deserciones y abandonos en su conferencia en Jerusalén el día 27 ante la asistencia de líderes ultraderechistas europeos y de la corriente ultraconservadora estadounidense. «La lucha contra el antisemitismo no puede instrumentalizarse. Cuando uno es judío, se desconfía del populismo porque sabemos lo que ha aportado en la historia», resumía Yonathan Arfi, presidente del Consejo de instituciones judías de Francia.
La conferencia sobre el antisemitismo no es un acontecimiento aislado. En febrero, el ministro de Exteriores, Gideon Saar, procedente del Likud de Benjamin Netanyahu, ya levantó el tabú, normalizando los contactos oficiales con la extrema derecha en Francia, España y Suecia. Los actos encajan en una estrategia de amplio espectro del Gobierno de Netanyahu materializada en dos guerras: la barbarie en Gaza, Cisjordania y Líbano, más los virulentos ataques del Ejecutivo contra el aparato judicial.
En esta ofensiva no existe coincidencia fortuita. Las dos guerras son los dos motores de la mutación en curso del Estado hebreo bajo la dirección de un primer ministro cuyo plan es acabar con el Estado de Derecho. Uno de los actos fundacionales de la transformación de la democracia liberal israelí fue la aprobación en 2018 de una polémica ley que definía a Israel exclusivamente como el Estado del pueblo judío. Según el politólogo Denis Charbit, un hito en una operación «destinada a subordinar la democracia a una versión nacionalista del Estado judío».
Tras un lapso en la oposición en 2021, Netanyahu regresó al poder en diciembre de 2022, al frente de una coalición compuesta por las más extremistas formaciones de derecha. Desde entonces ejecuta un plan regulador de la contradicción entre el respeto del Estado de Derecho y la ocupación de los territorios palestinos, donde el Derecho es pisoteado, violado. Su proyecto defiende al mismo tiempo la libertad de acción en ciertos territorios que podría llegar hasta la anexión, y el control de la justicia.
Así, la ruptura el 18 de marzo del cese el fuego acordado en Gaza bombardeando nuevos campos de refugiados, ignorando a los rehenes aún en manos de Hamás, los cortes de suministros básicos, alimentos y medicinas y el terror en plena noche incrementan una brutalidad propia de un genocidio calculado. La extensión del conflicto a Cisjordania, a Líbano, a Siria no entiende de paz. Graves son también las amenazas hacia Irán.
El frente interior se abrió en enero de 2023 con el proyecto de ley de reducción de la autoridad del Tribunal Supremo y la de los consejeros jurídicos del Gobierno, acompañado de la voluntad de controlar la selección de los jueces. La revuelta de todo el país obligó a Netanyahu a retirar el proyecto de ley. Pero el lastre de posibles condenas por causas pendientes en su trayectoria, unido a su ideología, obligan al primer ministro hebreo a proseguir con su 'reorganización' de la justicia. La moción de censura votada el día 23 por la coalición en el poder contra la fiscal general, Gali Baharav-Miara, también consejera jurídica del Ejecutivo, constituye la primera etapa de un proceso que debe acabar en su remoción. Netanyahu ha erigido la lealtad a su persona como principio superior de la ley. Esta justificación aparece en cada una de las destituciones de altos responsables. Es el caso del director del Shin Bet, servicio de información interior, Ronen Bar, despido paralizado por el supremo. El ataque terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 aplazó la mutación de Israel, no la detuvo.
La tentación iliberal y el supremacismo defendido por la extrema derecha israelí se ven favorecidos por las circunstancias geopolíticas. El regreso a la Casa Blanca de un presidente que no concede valor alguno a la democracia y menos a los contrapoderes reafirma la convergencia entre la administración estadounidense y la coalición de Netanyahu. La depredación de los territorios palestinos, sin el menor horror por el cómo, parece incluida en la reconfiguración del mundo según los asesores trumpistas. En la entrevista de Tucker Carlson, 21 de marzo, el enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, dejó entender que la solución de los dos Estados no es la única opción de Washington para el conflicto israelo-palestino.
El Likud nació como un partido de masas, de centroderecha e inspiración nacional liberal hasta que «Netanyahu lo ha hecho parte de una extrema derecha populista iliberal», explicaba en 'Haaretz' Maya Sion-Tzidkiyahu, del Instituto Mitvim. En este ambiente, los ultranacionalistas judíos celebran el asesinato de Isaac Rabin. ¿Qué cabe esperar en Oriente Próximo?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El mastodonte de Las Contiendas y las diferencias con un mamut
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.