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Sin duda alguna que hubiera podido ser muy buena aquella ley -la de la 'Damnatio memoriae'- que dícese que se practicaba en viejos tiempos mediante la cual se condenaba al silencio eterno a aquellos personajes que hubieren cometido actos reprobables con la sesgada intención de ... dejar para la posteridad el recuerdo de esa su autoría criminal, que así se impuso por orden de Artajerjes y en doce ciudades de Jonia a un tal Eróstrato, un pastor efesio que fue el incendiario del templo de Artemisa, denotado como una de las siete maravillas del Viejo Mundo, que dícese que le fecha de ese incendio fue el año de 356 a. de C., que coincide con el del nacimiento de Alejandro Magno. Para quien quisiera saber algo más sobre ese personaje y su episodio correspondiente, me atrevería a aconsejar la lectura, insuperable en belleza literaria (como todo lo que escribió) en el texto de Marcel Schwob (1868-1905): «Eróstrato. Incendiario» de su obra 'Vidas imaginarias'), aunque ahora ya vemos que ni esa aplicación fue tan buena, y ya vemos que ni en Jonia ni en más cercanos lugares.

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diariovasco Soledad y vejez