
'El malestar en la turistificación'
Santiago Eraso
Jueves, 1 de agosto 2024, 02:00
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Santiago Eraso
Jueves, 1 de agosto 2024, 02:00
En 'El malestar en la turistificación'. Pensamiento crítico para una transformación del turismo, recopilación de textos coordinada por Ernest Cañada, Clément Marie dit Chirot e ... Ivan Murray, se explica con claridad que la turistificación consiste en un proceso de transformación socioespacial como consecuencia del crecimiento de las actividades turísticas a las que queda subordinada gran parte de la vida económica y social de las ciudades y los territorios.
Cuando se afirma que la economía española depende de la industria del turismo y de la construcción, no se dice nada nuevo. Ambos sectores ocupan a casi cinco millones de personas, es decir el 25% de la población laboral. Durante décadas, han constituido dos de los motores principales de la economía y, según las estadísticas más recientes, esta tendencia tiende a crecer con el beneplácito de las instituciones públicas y el regocijo empresarial. Ni las evidencias de grave inestabilidad social y económica, ni la ocasionada por la pandemia han alterado un ápice las grandes decisiones políticas y empresariales en relación con una posible transformación del modelo económico. De hecho, asistimos a una vuelta de tuerca más en la aceleración de los procesos de turistificación. Al parecer este año se van a batir todos los récords.
Ante los resultados económicos de este crecimiento del turismo, en principio beneficiosos para la creación de empleo, parece muy complicado plantear la transición hacia otro tipo de economía más vinculada a la sostenibilidad integral de la vida. Sin embargo, más allá de triunfalismos cortoplacistas, es evidente que esos responsables políticos tan satisfechos con la 'marca España', convertida en el reposo de millones de visitantes, tendrían que darle más de una vuelta al futuro de nuestra economía si no queremos que el juguete se nos rompa.
Más allá de los beneficios laborales a corto plazo, desde hace años se están observando también otros efectos muy alarmantes relacionados con la pérdida de calidad de vida de los habitantes de las zonas más afectadas, a su malestar general y a la percepción de pérdida de derechos y de posibilidades de una vida digna en cada vez mayor número de ciudades.
Este verano, miles de personas salieron a la calle en las Islas Canarias, Mallorca, Málaga, Barcelona, Santander o Madrid para reclamar un cambio de modelo económico. En las manifestaciones se evidencia el descontento producido por los bajos salarios, las dificultades cada vez mayores para acceder a una vivienda, las deficiencias de los servicios públicos o los problemas de movilidad causados por la masificación del territorio. Incluso algunos políticos locales, han comenzado a pensar medidas paliativas para poner límites al desbordamiento del fenómeno turístico, pero sin abordar las cuestiones estructurales.
Parafraseando a Cristina Oehmichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de Ciudad de México, no podemos perder de vista que el turismo, como fenómeno global que articula infinidad de prácticas económicas, sociales, culturales y simbólicas relacionadas con la experiencia del viaje y el consumo, es un sistema complejo, que opera como punta de lanza del capitalismo. Como tal, es una economía que no tiene límites en la explotación desmedida del territorio, la expansión artificial de las ciudades, la proliferación de macroproyectos como el Gastronomy Open Ecosystem en Donostia, lamentablemente en plena obra o el segundo espacio que el Museo Guggenheim pretende edificar en la biosfera de Urdaibai en Bizkaia.
La turistificación penetra desde los espacios históricos más emblemáticos de los centros urbanos metropolitanos hasta los parajes más apartados del planeta, imprimiendo nuevas y variadas formas de uso del territorio con la extracción de recursos naturales y la desposesión humana que conlleva.
Los coordinadores del libro que menciono al principio advierten que, de manera engañosa, se señala al turista y su comportamiento como principal inconveniente. Sin embargo es una acusación interesada para desviar el fondo de la cuestión. Si situamos el problema en la masificación, la respuesta tiende hacia una política que prima la selección del turista en función de su poder adquisitivo. Las consecuencias son la elitización y la responsabilidad como decisión individual. Así se oculta lo importante: el capital y los entramados empresariales, políticos, comunicativos y académicos a su servicio. Por tanto –concluyen– necesitamos alternativas en las actividades, relacionadas con el derecho al viaje y al ocio, estén al servicio de la mayoría social.
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