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A la Amona Karmen, in memoriam
Buscamos nuestros modelos de vida en lo joven y lo nuevo. Admiramos a los deportistas de élite o a ... quienes han triunfado en las finanzas o en la empresa, pero olvidamos otros paradigmas más próximos, pero no menos ejemplares. También la gente corriente, en su gris cotidianeidad, es digna de encomio por su sencilla ejemplaridad. Es la vida de aquella gente sencilla que no destaca por su saber o su apostura; gente trabajadora y humilde en su cometido existencial; la familia, el trabajo y el amor con el que regalan en su entorno, sin buscar retorno alguno, constituyen la médula de quienes tienen por cometido hacer felices a los demás acrecentando, así, la felicidad propia.
Karmen Usabiaga Mujika, la Amona Karmen, era una der esas mujeres sencillas pero ejemplares, cuya valía y ejemplaridad no pasaban desapercibidas. Frente a los paradigmas de juventud, risa, prisa y frivolidad, cabe el paradigma de la belleza existencial y el amor abnegado. La Amona Karmen era una de esas mujeres que siendo esposa, madre y abuela colman sus vidas de amor y renuncias para priorizar siempre el bienestar y la felicidad de los suyos. Karmen no se jubiló a los 65 años, sino que trabajó al frente de la pastelería familiar hasta cumplir los 85. Jamás rehuyó el trabajo ni el esfuerzo. Durante su larga vida endulzó los paladares de los niños, jóvenes y adultos del Goierri que buscaban la excelencia de los pasteles confeccionados por su esposo Pepe Iraola, primero y de su hijo Venancio, al final. Karmen fue esposa, madre y abuela, pero, también, emprendedora y empresaria, desde el mostrador y el obrador de la calle Mayor de Beasain.
Karmen nació en el caserío Ugartemendi de Beasain y estaba orgullosa de su origen. Las penas y desgracias no la esquivaron en su primera juventud y en la guerra civil su padre se vio forzado a huir ante la conquista de Beasain por los requetés navarros. En plena guerra, a sus diez y ocho, Karmen buscó a su padre en Bizkaia donde se refugió, en Ondarroa primero y en Lezama más tarde. La guerra le reportó otra desgracia personal con la muerte de su hermano mayor en el frente de Bizkaia. La Amona Karmen fue una abertzale de primera hora y ha fallecido, a los 104 años, siendo la jeltzale de mayor edad en Beasain. Las llaves del Batzoki requisado por el régimen de Franco, siempre fueron custodiadas por la Karmen Usabiaga, mi suegra. Yo solía gastarle alguna broma por su acendrada fe nacionalista y ella siempre me respondía con humor y tolerancia. La Amona Karmen era toda una señora.
Karmen Usabiaga Mujika, ha fallecido en su 'hogar' de la residencia Arangoiti de Beasain. Allí han transcurrido sus últimos años rodeada de los cuidados y el afecto de su personal, que la adoraban por su carácter alegre y paciente. Ha fallecido a los 104 años, pero no por el covid ni por su longeva edad, ha muerto porque la vida había colmado toda su existencia. Karmen era creyente y creía en Dios. Ese Dios que no sabemos muy bien en qué consiste o quien es, pero que seguramente es la mismísima vida que alienta en todo cuento existe. Así pensó Gilles Deleuze en el ocaso de su vida. Karmen ha pasado a vivir otra vida. Un modo de existencia del que lo ignoramos todo. Si existe Dios es que es la vida misma. La vida jamás perece, tan solo se transforma. La vida que alienta en todos los que con amor y gratitud la seguiremos nombrando y amando. Goian zaude, edade guztien gainetik. Agur, Amona Karmen, hain apal, hain eder eta hain handi izategatik.
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