Solsticio y arborescencias
Giputxirene ·
Pienso en la belleza del gesto de quienes plantan un árbol a sabiendas de que nunca tendrán ocasión de sentarse a su sombraSecciones
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Giputxirene ·
Pienso en la belleza del gesto de quienes plantan un árbol a sabiendas de que nunca tendrán ocasión de sentarse a su sombraDonde mejor canta el pájaro es en el árbol genealógico», poetizaba Jean Cocteau sobre el misterio que hace que toda individualidad hunda sus raíces en ... profundidades que escapan a la memoria y la comprensión. En nuestro árbol familiar todos y cada uno de los consanguíneos estamos vinculados, y en el árbol evolutivo todos y cada uno de los seres vivos compartimos un origen común que se remonta a la noche de los tiempos. Idea que nos devuelve a la emoción esencial de la que nacen arte y pensamiento: el estupor ante la realidad de la existencia. En este punto arrancan las preciosas páginas de 'Verdolatría. La naturaleza nos enseña a ser humanos' (ed. Turner), último libro del jardinero y filósofo pamplonés Santiago Beruete.
En torno a determinados árboles se formaron comunidades humanas: son los llamados 'árboles fundacionales'. En momentos especiales del año, o al producirse cualquier acontecimiento feliz, los pueblos han alzado un árbol para festejar a su sombra: el 'mayo', con que se daba la bienvenida a la primavera, o el 'árbol de la Libertad' que pingaban los revolucionarios franceses como símbolo del fin del sometimiento a los viejos poderes.
El de Gernika es el paradigma del 'árbol capital o juntero', con funciones de templo y magistratura, de testigo y guardián de la palabra, la sentencia y el pacto. Además, las decisiones de interés público se clavaban sobre el tronco de árboles situados en encrucijadas de caminos a modo de tablón de anuncios. A los condenados se les ejecutaba en un 'árbol patibulario', y son cientos los macizos cuyas raíces abrigan el descanso de las almas: 'árboles funerarios'. En diversos lugares de Vasconia perviven tradiciones relativas a parejas que se casaban o negocios que se cerraban tomando por testigo a un árbol especial, mientras Azkue constató que antes de talar un viejo roble nuestros antepasados le pedían perdón. Tras la muerte de una de esas 'catedrales vivas' en su jardín, el romántico Goethe se vestía de luto.
Mucho de este espíritu late aún en las entrañas de la fiesta del solsticio de verano. Va en ella implícito el reconocimiento de un algo que escapa al hombre, un algo que le trasciende y que hoy se expresará en torno al fuego, al agua y al reino vegetal en sus distintas formas.
Personalmente, cada año, al levantarse el 'San Joan Arbola', pienso en la belleza del gesto de quienes plantan un árbol a sabiendas de que nunca tendrán ocasión de sentarse a su sombra: humildes jardineros, no debéis olvidar que un pájaro cantará eternamente sobre sus ramas.
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