Soñar con difuntos
EL OFICIO DE VIVIR ·
Expresivamente, el dios mitológico del sueño, Hipnos, tiene como hermano gemelo a Tátanos, la muerteSecciones
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EL OFICIO DE VIVIR ·
Expresivamente, el dios mitológico del sueño, Hipnos, tiene como hermano gemelo a Tátanos, la muerteHoy visitamos a nuestros difuntos, pero otras veces son ellos o ellas quienes nos visitan. Hablo de esas noches en que deudos o amigos ya esquelados se nos aparecen espectralmente. Un hecho tan común y universal que hasta cabe preguntarse si los sueños no desempeñan ... una función por decirlo así 'sobrenatural' haciendo posible que vivos y muertos regulemos nuestras relaciones en ese espacio más allá de la vida consciente. Desde las primitivas concepciones mitológicas −donde Hipnos, dios del sueño, tiene como hermano gemelo a Tánatos, la muerte−, hasta el moderno psicoanálisis, pasando por tradiciones de la religiosidad popular, abundan las lecturas que así parecen indicarlo.
Al observar que todo humano se sobrecoge ante la presencia onírica de un ser ausente, y que no hay comunidad ni civilización que carezca de rituales y de cultos específicos para ayudar a los muertos a completar su tránsito hacia lo desconocido, los antropólogos del siglo XIX concluyeron que la idea del alma fue concebida precisamente como explicación y respuesta a esas experiencias nocturnas. De ahí que los Frazer, Tylor y compañía considerasen plausible la hipótesis de que las creencias escatológicas precedieron al nacimiento de las religiones.
Contra el temor por los espíritus extraviados y el temblor ante los que se antojaran regresar para pedir cuentas a los vivos, se irían diseñando ritos de gran riqueza por su variedad y profundidad expresiva. En la vida tradicional vasca, una vez terminado el funeral y consumado el entierro, la primera tarea en el hogar familiar consistía en sacar el colchón del difunto y quemarlo (mejor aún si se hacía de noche y en un cruce de caminos para que el alma no encontrara fácilmente el regreso a casa); ello acompañado, claro está, de rezos en su sufragio.
Sueño especialmente conmovedor es aquel donde el finado se comporta como si no se hubiera dado cuenta de que ya no pertenece a nuestro mundo de vivos; el soñador, apenado por su triste destino, no se atreve a desvelarle la verdad. Freud abordó este caso en su onirocrítica interpretándolo como manifestación de la dificultad del paciente para restaurar el orden que ha roto el fallecimiento del ser querido. En cambio, cuando el o la difunta se presenta asumiendo su condición no terrenal, el mensaje del sueño es, según el padre del psicoanálisis, que todo ha vuelto a su lugar: el mundo de los vivos y el de los muertos han sellado la paz. Que, en definitiva, de eso se trata en la cultura funeraria.
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