![Los tártaros de Jorge](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202202/22/media/cortadas/71562770--1248x1080.jpg)
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En la mañana me llama mi amigo Jorge para comunicarme que le han editado un libro y quiere regalarme un ejemplar. Para el trueque, mano ... a mano, me veo con él en la Plaza Gipuzkoa; nos sentamos en su despacho-bar del Bideluze y me da un libro de magnífico aspecto: 'Nunca llegan los tártaros. Ensayos'. (Ediciones Tabula Rasa).
Es un libro –«dedicado a Elena, sin cuya presencia y aliento, estos escritos no hubieran visto la luz. Y para Mikel»– lo que ha salvado del olvido eterno una serie de textos de distinta factura como de muy distintos tiempos que sirven, al mismo tiempo que para darnos su perfil personal de lector-autor como para revelarnos en qué quehaceres más o menos importantes ha utilizado en esa su doble faceta buena parte de su ya larga vida: más de ochenta años de facultades supranaturales dedicados a observar los episodios de la vida cultural tanto en la vida donostiarra como en la nacional y hasta internacional que, para mejor entender esta prolongación de límites sería necesario conocer el sanctasantorum del alma curiosa de Jorge sobre el mundo literario como ha sido su entrega constante.
Que cuando ya lo tengo en la mano y leyéndole con admirada delectación, de lo que me percato es de que resulta ser como un peinado cultural a ese su vivir literario, un personaje este amigo con el que he compartido muchos comentarios tan personales, tantas lecturas, y que, en su vida civil (y, en la literaria), lleva con decoro afamado el nombre de Jorge G. Aranguren, poeta por antonomasia como primer marchamo de su existencia y de sus trabajos culturales.
En esos ochentaytantos años, Jorge, apostado en la esquina de este rincón donostiarra ha estado conectado a todo culto cultural. No solamente ha leído lo más importante que se ha publicado durante esa venturosa aventura sino que también ha ido tomando notas, venteando husmos de todo tipo, tomando la tensión y el pulso a tantas efervescencias tanto escriturales como artísticas que peinaron nuestras vidas.
Y gran parte de eso ha quedado fijado, se supone que para su eternidad, en este libro que ahora se ve que hacía falta necesariamente. Un libro que, pese a mi acendrada negación a todo lo que suponga ser premiado (pues que nunca ha habido nada que tanto para bien o para mal así lo merezca) lo colocaría al menos en plinto aparte, algo que llame la atención a todo viajero inspector por esas calendas como todavía quedamos algunos y cabía mostrar zozobras de si algo quedaría, no se sabe bien si más latente que latiente pero sí al menos como sentimiento claro de epitimia o antojo que de toda vida grávida sienten las personas preñadas de no se sabe qué cargas que se ven obligadas a dar seguridad y permanencia a tantos y tales trampantojos, como ahora, fuera de tiempo, parecernos pudieran.
El libro que aquí comento y no sé si en anteriores palabras lo dejé dicho y no quiero remirarlo pues que nunca me gustó 'peinar canas', consta de unas doscientas escrituras y entre los nombres que abarcan, diré que, en un primer remirar, me rutilan los del infaltable Antonio Machado, Borges, Andrés Berlanga, Tomás Transtromer, Mario Camus, el tío Aurelio, Álvaro Cunqueiro, Quevedo, Vallejo-Nájera, Jorge Ibargüengoitia, Yukio Mishima, Ungaretti, Pier Pasolini, la Revista 'Equivalencias'dirigida por Justo Jorge Padrón y sus hombres y nombres a paladas, Saussure y los mecanismos del lenguaje, la fonología, etc, etc, y etc, y Pau Faner, y Luis Cernuda, y Picasso y Rojas, los gozos de la fantasía con 'la odisea espacial', 'Blade runner', la guerra de las galaxias, y más etcéteras; Otero Silva, Juan Perucho, Adelaida García Morales, Los Premios Literarios, Sabina, Juan Larrea, Miquel Cardell, Octavio Paz, Hisako, Italo Svebo, el alferez Aldana, Vicente Soto, Paul Celan, Amparo Amorós, Paco Brines. Y un larguísimo cordel de nombres y memorias que me he puesto a copiar el índice y me doy cuenta de que no puede ser, que uno no ha llegado siquiera a la mitad de la lista, y los espacios han ido disminuyendo y, que si sigo de esta manera me quedaré sin poder dejar escrito lo más importante, que ha sido también, seguramente, la razón que le ha movido al amigo Jorge para titular este su libro con la frase de 'Nunca llegan los tártaros', que es la razón, el entendimiento, la comprensión, la oración y la adoración, el rendimiento pleno a la insuperable personalidad de Dino Buzzati, de quien dice el amigo Jorge, que: «Dicen que Buzzati nunca podrá ser considerado como narrador de primera fila. A mí no me extraña. De entrada no es pedante, ni plúmbeo, ni intenta deshacer al lector con lo mucho que sabe».
Que henos aquí con la lección que deja fluir Jorge con sus propias ideas sobre la buena escritura, que añade que «su literatura es alígera y dúctil, tiene un componente de misterio que la alquitara y la embadurna de un perfume acre y silvestre, Dino Buzzati es un seductor inteligentísimo y sensible hasta el calambre». Que leído lo así escrito, nos consta que sigue escribiendo que yo quiero confesar mi decidida entrega ante 'El desierto de los tártaros' a lo que yo, y me afirmo con Jorge que así es, también, como yo pienso y así entiendo cómo y por qué se ha titulado así este libro.
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