Ya bien adultos o en edad avanzada nos percatamos de que aitas y aitonas se nos marcharon llevándose recuerdos, vivencias y lecciones que hoy echamos en falta. Por inmadurez o por corta consciencia, dejamos pasar el tiempo en que podíamos sentarnos a su lado a ... conversar tranquilamente sobre su niñez, cómo era el hogar y el paisaje donde crecieron, lo que soñaban y lo que temían... «Qué pena que no se lo pregunté cuando aún estaba a tiempo», lamentamos.

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Como estímulo a la escucha y al diálogo con nuestros mayores, la profesora Elizabeth Keating acaba de publicar una guía, 'Las preguntas esenciales'. Habiendo comprobado que a menudo no es motivación lo que falta sino método para conducir el buceo en la memoria, ofrece algunos consejos valiosos. De entrada, dice, hemos de adoptar la actitud del antropólogo quien no impone su visión de las cosas sino que, por el contrario, procura ponerse en el lugar del otro, aprehender su mirada sin juzgar. La atención del antropólogo o antropóloga no se limita a los datos usuales en una investigación genealógica (nacimientos, bodas, fallecimientos, parentescos), sino que abarca cuantos detalles afectan al modo en que se desarrolló la infancia y la adolescencia del informante, a cómo se fue perfilando su mundo interior.

Quien aprende a escuchar comprueba que los relatos de vida en apariencia 'ordinarios' son cualquier cosa menos banales porque nos hablan de formas de vivir y de pensar, de sufrir y disfrutar de quienes nos precedieron y que, de un modo u otro, llegan hasta hoy. Así, las discriminaciones por origen o condición social, las limitaciones de las mujeres para forjar su personalidad con autonomía, las relaciones estrechas entre vecinos cuando se compartían alegrías y penas, teléfono y televisor, el peso de la religión, el trabajo y las responsabilidades asumidas desde la infancia o el halo de ciertas reliquias familiares (una prenda materna, el reloj del padre, unas cartas...).

Asegura Elizabeth Keating que si una persona mayor se sorprende hablando de sí misma sobre cosas que «nunca hubiera pensado que a alguien le pudieran interesar», ello es signo inequívoco de la sustanciosidad de la conversación.

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Las 'historias de vida' están cobrando creciente valor y así lo prueba el que cada vez son más las familias que obsequian a sus mayores con el relato escrito de su existencia en forma de libro: un acto de amor pero también un vínculo entre generaciones a través de la fijación de recuerdos condenados de otro modo a desvanecerse.

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