Trópico de Capricornio

Al Capone, san Josemaría Escrivá de Balaguer, Aristoteles Onassis, Howard Hughes, Alfonso Escámez, José Manuel Lara, Christine Lagarde, Luis de Guindos... Personalidades que, cada cual desde su esfera, han conseguido triunfar (y luego, a veces, caer) amasando dinero y poder. Una lista a la que podrían añadirse otras figuras de ficción como Félix Grandet, criatura de Balzac cegada por la codicia que asienta su fortuna sobre la quiebra y el suicidio de su hermano, o aquel Dómine Cabra que en la satírica pluma de Quevedo aparece como un clérigo siniestro y ruin que duerme siempre de un mismo costado por no desgastar las sábanas.

La astrología clásica advierte que los astros predisponen pero no determinan ya que son los factores educacionales y ambientales los que atenúan o multiplican esas propensiones. Hecha esta salvedad, digamos que a los Capricornio se los tiene como gente preocupada por el dinero en razón de tratarse de un signo 'longevo'. El concepto de longevidad resulta capital para entender a Jeff Bezos, un emprendedor que tiene por lema «la clave es el largo plazo». Para mayor evidencia, 'mister Amazon' ha financiado la construcción de un reloj que dará la hora durante los próximos diez mil años. Y lo más inquietante es que él confía en seguir vivo para comprobarlo.

El transhumanismo en el que Bezos no solo cree sino en el cual también invierte es algo parecido a una nueva religión que pone su fe en la capacidad de la biotecnología para acabar con la vejez y la muerte. Los transhumanistas sueñan con una mutación humana que fusione la experiencia con la frescura haciendo así realidad el milenario anhelo: «¡Ay, si el viejo pudiera y el joven supiera...!».

Henry Miller, autor de 'Trópico de Capricornio', reconocía que los de su signo tienen una neta inclinación hacia el exceso. Bien, pues no hay mayor exceso que la pretensión de Bezos: ser como un gran Amazonas que fluye y fluye sin jamás desembocar...