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No supe hasta ayer –no soy madre ni profesora– que en los colegios suelen tener una caja, generalmente de plástico, con ropa infantil para imprevistos. Tanto en clase como en los viajes escolares no es raro que alguno de los niños se ensucie o se ... moje. Lo que sí sabía con anterioridad es que en los colegios, como en cualquier otro trabajo, las obligaciones de cada puesto están preestablecidas para, entre otras cosas, evitar posibles conflictos de responsabilidades. Creo que la definición de tareas y los protocolos son necesarios, y los defiendo. Pero me gustó saber que bajo las capas de burocracia, reglamentos y estipulaciones hay unos hombres y mujeres, parte del profesorado a menudo, que algunas mañanas llevan ropa, en buenas condiciones pero que a sus hijos les queda ya pequeña, para meterla en esas cajas de plástico. Es bonito comprobar en qué humildes receptáculos se esconde a veces lo mejor que tenemos.
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