Según he leído, las generaciones más jóvenes no van a las salas de conciertos, pero abarrotan los festivales de verano. Tengo la impresión de que en esta época de experiencias inmersivas interesa más la experiencia misma, el evento, que la propia música. Es una tendencia ... preocupante porque son los locales donde la música suena en directo –salas de conciertos, bares– los que permiten que las bandas se den a conocer. Esos 'bolos' van dotando a los grupos de cierto rodaje y les reportan además algún beneficio económico, aunque, lamentablemente, a menudo apenas alcance para renovar los equipos.
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Quiero pensar que las modas van y vienen, por lo que si esa forma de disfrutar de la música en directo desapareciera, yo aguardaría a que cualquier noche de primavera, por el final de la calle, regresaran los músicos, con su trasiego de cables, amplificadores, instrumentos, con sus nervios y sus infinitas ganas. Los conciertos de pequeño formato son demasiado grandes como para que se pierdan.
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