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No es que pasara nada, pero notaste mustio al gato, asististe desde la ventana de casa a una discusión entre dos vecinos, viste pasar una ambulancia, identificaste tu nerviosismo en un ligerísimo temblor de las manos y creíste identificarlo después en los demás, como una ... plaga. Una sustancia viscosa se te adhiere a la boca del estómago. No ha pasado nada, pero llega la hora de dormir y aunque tengas sueño no te duermes, las sábanas se enredan en los pies, y el amanecer te sosprende sin haber descansado y decides levantarte pronto de la cama porque el cuerpo no encuentra la postura adecuada. Desayunas algo, te duchas y sales a hacer las compras. Como es temprano, a las nueve menos algo de la mañana esperas a que abra la frutería del barrio, y entras la primera, y el frutero corre las cortinas, abre el telón, y se reanuda el teatro, y, poco a poco, el nuevo día retira la sustancia viscosa de la víspera, en la que no pasó nada, realmente no había pasado nada. Y sin embargo.
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