Un coro de gritos en falsete, el ladrar de algún perro, anunciaba su paso, aun antes de que hubieran doblado la esquina. Al fin surgían, risueños y casi envanecidos del cortejo que les seguía insultándoles con motes indecorosos. Con dignidad de alto personaje en destierro, ... apenas si se volvían al séquito blasfemo para lanzar tal pulla ingeniosa (...). Eran unos seres misteriosos a quienes llamaban 'los maricas'». Es un extracto de 'El escándalo', incluido en la obra 'Ocnos', que Luis Cernuda publicó en 1942.
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El poeta sevillano, que no ocultó su homosexualidad, reflejó en estas líneas el escarnio al que se veían sometidos los homosexuales, pero también que quienes los insultaban eran incapaces de arrebatarles la alegría. Por eso, la alegría debe ser ahora implacable y alzarse como el más digno estandarte. En el fondo, lo que aquellas personas valientes defendieron no fue otra cosa que la alegría de vivir y dejar vivir.
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