En las sucursales bancarias se sitúan a menudo personas que nos abren la puerta y nos facilitan, así, el acceso a los cajeros. A cambio, piden la voluntad. Me parece bien, que cada quien se busque la vida como pueda, lo que no sería normal ... es que exigieran dinero por un favor que nadie les ha pedido. No sería normal, ya digo, pero tampoco insólito. En mi mundillo, y probablemente también en el de ustedes, irrumpe gente que tras sus aplausos y tras sus acciones en principio entusiastas exige que el interés sea recíproco o demanda atención continua; gente que espera, en definitiva, algo a cambio.
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«Siempre me he sentido feliz, ¿sabes por qué? Porque no espero nada de nadie», dicen que dijo Shakespeare. Desconozco si la frase es suya en realidad, pero, en todo caso, algunos deberían hacerse una camiseta con ese lema, a ver si así la idea les entra en la cabeza.
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