El otro día, un conocido quiso contarme una anécdota relacionada con la tienda de unos amigos que funcionó, hace décadas, en una ciudad castellana. El tono de su voz y sus gestos anunciaban que la historia iba a ser divertida. Al poco de empezar a ... contarla, hizo una digresión para decirme que los dueños del negocio trataron de que su único hijo trabajara allí, pero que «al final murió muy joven, por las drogas». Apenas se asomó un temblor a su voz y prosiguió después con la anécdota, pero ya no pude apartar el apunte dramático. Pensé en todo el dolor que encerraba aquella frase que se había colado en el relato principal, y en cómo el tiempo reduce a una breve alusión lo que en algún momento y para algunas personas fue un acontecimiento terrible. Luchamos contra el olvido, en fin, y contra la gramática: llegará el día en el que toda nuestra épica se reducirá a una oración simple o a una mención somera, antesala ya del olvido definitivo.
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