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Hay una clase de extenuación que se parece a la euforia, y una clase de cansancio que se parece a la tristeza, y una tristeza que se parece a la anemia. Hay una clase de amor, tan desesperado, que se parece al dolor de estómago, ... y un dolor de estómago que se parece a la inquietud, y un tipo de inquietud que se parece a una amenaza imprecisa. Hay una forma de alegría que se parece a la nostalgia, y una nostalgia que se parece al dolor, y un dolor que se parece a la vida misma. Hay una angustia que se parece mucho a la depresión y hay problemas sociales que parecen una pandemia.
Para deshacer esta maraña se recurre en exceso, según los expertos, al consumo de ansiolíticos y antidepresivos. En tiempos de la automotivación, confundir la tristeza o el enfado con la enfermedad no es extraño; tampoco lo es confundir una solución (las pastillas) con un problema (las pastillas).
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