Las 10 noticias clave de la jornada

La trayectoria ascendente del nacionalismo vasco puede ser descrita acudiendo al símil del uroboros, el símbolo alquimista de la serpiente que devora su propia cola, la cual reaparece después como Jonás del vientre de la ballena. El proyecto fundacional de Sabino Arana fue una invención ... que, sin embargo, se sustentaba en el mito de la independencia originaria acuñado por el fuerismo, engulléndolo. Y el mito sigue inspirando al nacionalismo del día. Tiempo después de la muerte del fundador, cobraron forma dos líneas de actuación política diferenciadas, pero siempre sobre el fondo común del mensaje sabiniano, provocando después de años de tensiones una inevitable fractura. La división en dos partidos quedó restañada mediante la reunificación de Comunión y PNV con las siglas del segundo en la Asamblea de Bergara (1930). El predominio del autonomismo, alcanzado en el curso de la Segunda República, siempre con la independencia al fondo, no impidió la reaparición minoritaria de la «pureza doctrinal» en el Yagui. Careció de fuerza ntonces para provocar una nueva escisión, si bien de su independentismo violento procedió el hilo rojo que acaba enlazando con la creación de ETA.

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A lo largo de más de medio siglo y hasta hoy persiste la dualidad de tácticas sobre la misma referencia doctrinal, a modo de 'hermanos enemigos', hasta tener como resultado ventajoso para ambos la vigente hegemonía del nacionalismo en la escena política vasca. Es aquí donde entra en juego una variable externa, la estrategia de alianzas del PSOE en Madrid, que modifica las reglas de juego y tal vez conduzca, por encima de las apariencias, a recuperar la unidad de acción en el marco sabiniano. No sería ninguna novedad: recordemos el frente nacionalista acordado en Lizarra, subyacente ahora al proyecto común de nuevo Estatuto soberanista.

En principio, el pacto municipal entre PSE y Bildu en Irun marcaría el inicio de una vía opuesta: la aspiración del segundo a la hegemonía en Euskadi, logrando en próximas elecciones primero el sorpasso a costa del PNV, luego la formación de gobierno con el apoyo del PSE. Eneko Andueza pareció descartarlo. Cuenta el rechazo que provocaría entre los socialistas en el conjunto de España.

Pedro Sánchez viene jugando con éxito a ganar la partida de su permanencia en el poder, mirando siempre al corto plazo. Menosprecia el coste que pudiera derivarse de sus alianzas con el diablo; esto es, con partidos que tienen por objetivo confeso la amputación del Estado español, la independencia de sus respectivas comunidades. Lo que luego ocurra no importa y esa ignorancia bien puede convertir al presidente español en un aprendiz de brujo, que desencadena procesos imprevistos. El más inmediato, el desgaste de un sistema político sobre el cual gravita la interminable crisis de la pandemia, a la cual procura mirar a la mayor distancia posible, así como la previsible crisis económica reflejada en el estallido de la inflación. El malestar social no entiende de combinatorias parlamentarias.

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Mi amigo José Martínez, director de 'Ruedo Ibérico' en tiempos del franquismo, solía decir que ETA era el único actor que sabía hacer política en España, a pesar de y a favor del terrorismo. Desde que este cesó, y en particular desde que Pedro Sánchez les abrió la puerta de la normalización, sus sucesores conservan esa supuesta habilidad, jugando eficazmente una doble partida de ajedrez. De un lado, mantienen encendidas las brasas de la vinculación con ETA, y la condición de independentistas auténticos. De otro, se definen como alternativa progresista frente al PNV, y le desbordan en tanto que aliado natural del PSOE. Con una ventaja en este caso para Bildu y escaso rendimiento para el PSE: en la nueva coalición, los socialistas no saldrían de su condición de socio menor.

Ante esa posibilidad, el PNV responde con mayor sensibilidad hacia las víctimas y en el sentido de una modernización en las políticas sociales. Pero no le queda otra salida que mantener una puja con Bildu, insistiendo sobre «el derecho a decidir». Urkullu y Ortuzar lanzaron la piedra: no podrán recogerla fácilmente, mientras el PSOE no rectifique el lanzamiento de la suya, considerar que el independentismo de raíz terrorista es un partido más «de izquierda». Esta vez es la cola la que puede convertirse en cabeza dentro de nuestro uroboros.

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De momento las estrategias se adaptan al corto plazo. En el juego de los dos Presupuestos, Otegi hace encaje de bolillos, logrando ventajas económicas y un paso más hacia ser respetado como partido de gobierno. Solo con dos abstenciones. Sánchez paga lo que tiene que pagar a uno y otro, con un plus para el PNV acortando el vergonzoso retraso con la construcción del TAV. Gana Euskadi, aunque no por una elección racional sino como puro mercadeo.

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