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Cada oleada migratoria tiene sus singularidades, pero también hay muchos parámetros que se repiten, tanto entre los que acogen como entre quienes son acogidos. Los migrantes llegan a una tierra extraña, con sus acentos, con sus costumbres y, muy a menudo, son recibidos con desconfianza. ... Tienden a socializar entre ellos; a veces, viven de espaldas a la tierra que los acoge. Es algo a lo que asistimos estos días, y aunque los migrantes de las oleadas de décadas anteriores no se vean reflejados en los nuevos migrantes, estamos ante el mismo fenómeno, o muy parecido.
Hay quienes hoy muestran una gran solidaridad con las personas que han decidido salir en busca del futuro, y yo no puedo dejar de aplaudirlos, pero los españoles que vinieron a trabajar también habrían agradecido esa solidaridad. En Euskadi, a muchas personas migrantes e hijas e hijos de migrantes les incomodaba confesar sus apellidos españoles. Habría que asumir -asumir- por qué.
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