Entre los japoneses, guardar la distancia física es de precepto en sus relaciones sociales. Algo bien sabido pero que ahora, cuando también nosotros estamos obligados a mantenernos mutuamente a raya, nos despierta una atención nueva. El pudor y la reserva, la discreción tanto gestual como ... emocional, fundamentan la convivencia en el país del sol naciente. Y, sin embargo, no lo definiríamos como un pueblo de corazón estreñido, ni su contención nos rechina a los ardorosos latinos. Al menos así lo hemos sentido nosotros viendo lo que aquí se cuenta.

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Un matrimonio sexagenario residente en provincias viaja a Tokio para visitar a sus hijos y nietos a quienes no ven desde hace mucho tiempo. Los besos y abrazos entre adultos, las caricias y achuchones a los niños, que entre españoles hubieran sido (en situación normal) de rigor, allí no se dan: toda su expresividad se reduce a inclinaciones a un metro de distancia. Es así como comienza 'Cuentos de Tokio', película japonesa de los años cincuenta considerada entre las grandes joyas del séptimo arte. Film sobre el que alguien superficial dirá que 'no pasa nada', pero donde todo pasa. La vida, el fluir de las cosas, las oportunidades perdidas, las decepciones del amor y del egoísmo; también la belleza de lo pequeño, de los gestos generosos, la palpitación ante el nuevo amanecer tras una noche de duelo...

Todo ello a través de la mirada de los mayores, otro tema que nos toca de cerca. La película de Yasujiro Ozu describe una sociedad en plena reconstrucción donde los ancianos van quedando desplazados como muebles que ya no caben en las casas urbanas de puertas corredizas y tatamis; viviendas tan pequeñas como la cotidianidad de los tokiotas volcados en el trabajo y el consumo. La pareja no tardará en percatarse de lo engorroso de su presencia.

Por la manera como cada personaje acompaña a los abuelos en la vuelta de su viaje se desvela su textura y profundidad espiritual. «La calidad de las personas se manifiesta en su elegancia al despedirse», leemos en 'El libro de la almohada', un clásico de la literatura femenina japonesa. El único personaje que se abre hasta el final a compartir con ellos lo poco que posee será la nuera, Noriko, viuda de un hijo caído durante la guerra mundial. A cambio, los ancianos ayudarán a esa mujer atenazada por una culpa que le impide rehacerse y buscar el amor a calibrar el valor del tiempo. Porque no hay derroche más vano que mantenerse a distancia de cuanto de bueno nos ofrece la vida.

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