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Más vivienda sin prejuicios

La gravedad del problema exige a las instituciones decisión y realismo e interpela al sector privado a actuar con responsabilidad

Domingo, 23 de marzo 2025, 00:02

La carestía de la vivienda se ha convertido en el problema social más grave en Gipuzkoa. La mayoría de las capitales europeas sufre esta lacerante ... realidad en la que se concatenan múltiples factores, que no tiene una solución fácil y requiere políticas sostenidas en el largo plazo que puedan someterse a la prueba del ensayo y del error. Afecta en gran medida a los jóvenes y a su futuro, pero no solo a este segmento de la sociedad. También a las clases más desfavorecidas y de manera muy directa en los últimos años a una importante franja de las clases medias, que sufre un deterioro en sus condiciones de vida que aumenta la brecha de desigualdad de una forma muy preocupante. Cuando el Gobierno Vasco se aproxima a su primer año de la legislatura, el Departamento de Vivienda ha activado un plan de medidas de choque para incentivar el ordenamiento legal que busque aumentar el parque de viviendas disponibles, sobre todo en alquiler. La regulación del mercado de alquiler forma parte de las herramientas que permite la intervención pública para posibilitar una mayor oferta de vivienda. Liberar suelo exige mayor celeridad en las tramitaciones urbanísticas pero también un compromiso de los promotores. Es tiempo de corresponsabilidad. Está justificado que el Gobierno Vasco se aleje de ciertos prejuicios ideológicos para facilitar la construcción de más pisos en suelo edificable al poder descender del 75% hasta el 60% la exigencia de construcción de VPO, incentivando así que las constructoras pongan en marcha proyectos viables. La propuesta flexibiliza las condiciones para la edificabilidad de vivienda protegida en los diferentes municipios vascos, muchos de ellos incapaces de hacer frente a la exasperante lentitud en los pasos a dar. El giro suscita cierto debate ideológico, pero la verdadera cuestión no radica en el terreno de los principios sino en la política de los resultados. La burbuja inmobiliaria provocada por la crisis financiera de 2008 desembocó en una tormenta política demasiado maniquea y simplista que conviene desactivar. Y el exiguo volumen de vivienda construida en Euskadi en las últimas décadas es revelador e interpela a todos, incluidos los ayuntamientos. El consenso posible obliga a los partidos a alejarse del corto plazo y a coger con valentía el toro por los cuernos. También interpela al sector privado a asumir su papel. Si sigue agravándose, la carestía es una bomba de relojería que terminará rompiendo a la sociedad guipuzcoana entre quienes tienen vivienda y quienes no disponen de ella. A todos incumbe evitar la fractura.

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