Carlyle en una escena de la película '28 semanas después'.

La leyenda de Robert Carlyle

«Begbie no le pegaba a la droga. Sólo le pegaba a la gente. Eso le daba marcha. Su propia adicción sensorial.»

Josu Eguren

Jueves, 16 de junio 2016, 11:18

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Extracto de 'Trainspotting'. La presentación de Begbie

Puede que muchos de los espectadores que descubrieron a Robert Carlyle en 'Trainspotting' (Danny Boyle, 1996), y le vieron rozar al estatus de estrella a finales de la década de los 90, se pregunten qué ha sido del ... actor escocés estos últimos años, y más concretamente desde que abrió un paréntesis en una tambaleante carrera cinematográfica que comenzó a declinar tras la buena acogida de '28 semanas después' (Juan Carlos Fresnadillo, 2007), coincidiendo con la crisis del cine europeo y el boom de las series televisivas americanas. Carlyle nunca se ha ido, pese a que no llegó a confirmar los pronósticos auspiciados por una racha exitosa que le llevó a empalmar 'Trainspotting' con 'Full Monty', 'Ravenous', 'La playa', 'Las cenizas de Ángela' o el papel de archienemigo de 007 en 'El mundo nunca es suficiente', solo ha estado alejado de la gran pantalla, amasando una inmensa popularidad entre los fans de 'Stargate' (2009-2011) y 'Érase una vez' (una serie que va camino de su séptima temporada y en la que el británico es la estrella absoluta del show. Pueden verla en AXN White).

Trailer de 'Érase una vez'

Al actor que lo fue todo en la última década del siglo XX, donde fue intérprete de cabecera para directores tan prestigiosos como Ken Loach ('Riff Raff', 'La canción de Carla'), Michael Winterbottom ('Go Now') y Antonia Bird ('Priest', 'El rostro'), nunca le han faltado ofertas de trabajo a lo largo de una trayectoria en la que los triunfos (fue premiado con el BAFTA por su inolvidable interpretación de Gaz en 'Full Monty') se han visto puntualmente ensombrecidos por elecciones desacertadas ('Eragon', 'Un toque de seducción', 'Negocios sucios'), tampoco lo bastante dañinas como para hundir a un intérprete que puede presumir de una vida laboral envidiada por casi cualquier compañero de profesión (en la memoria de los telespectadores británicos perduran sus intervenciones en 'Hamish Macbeth' y 'Cracker').

Con 55 años recién cumplidos, y en la comodidad de un entorno familiar reservado, esta leyenda viva del cine escocés (su figura forma parte de la colección de Madame Tussauds) afronta el reto de recuperar el papel que le lanzó a la fama con motivo de la adaptación cinematográfica de 'Porno', la secuela con la que el Irvine Welsh dio continuidad a las correrías de Renton, Begbie, Spud y Sick Boy, de nuevo bajo la tutela de Danny Boyle. Quién sabe si en el futuro protagonizará el capítulo final de una trilogía que se ha cerrado con la reciente publicación de 'The Blade Artist', una novela en la que Welsh redime al psicópata interpretado por Carlyle enfrentándolo a un pasado marcado por episodios de violencia extrema.

Tráiler de 'La leyenda de Barney Thompson'

Esta semana en España lo traemos de vuelta a propósito de 'La leyenda de Barney Thompson', cuando está a punto de cumplirse un año de la premiere británica en la que Carlyle presentó la película con la que se ha bautizado como director (el encargo se lo hizo llegar un productor canadiense con el que trabajó en 'Stargate' para multiplicar el efecto de su protagonismo al frente de un reparto notable). Apropiándose de un texto del autor escocés Douglas Lindsay transformado en libreto fílmico por los guionistas Colin McLaren y Richard Cowan (es el primero de una serie de siete novelas dedicadas al personaje que presta su nombre al título de esta ópera prima), Carlyle vuelve al recorrer las calles de su Glasgow natal, donde creció en el seno de una familia laborista rota por el abandono de su madre cuando el actor apenas había cumplido cuatro años. La adaptación es fiel a la letra del best seller, pero sus imágenes están teñidas de la nostalgia sucia del director por los escenarios decadentes de una nueva ciudad que se levanta sobre las ruinas de un tenebroso pasado industrial. Deslizando entre líneas sus filiaciones melómanas (es un orgulloso seguidor de Oasis, Paul Weller, Stone Roses, Massive Attack y Kasabian), Carlyle toma las riendas de la historia de un funesto y antipático barbero de Glasgow que termina convertido en serial killer de manera fortuita. Pero no está solo; para hacer más atractiva esta comedia negra -cuyo tono rima con el de títulos como 'El irlandés', de John Michael McDonagh, o 'Psychoville', de Steve Pemberton y Reece Shearsmith- Carlyle se rodea de un elenco en el que destacan Ray Winstone y Ashley Jensen, ambos teloneros de una volcánica Emma Thompson (viuda negra de un Club de corazones solitarios), que con cada aparición eleva la nota media de la película parapetándose tras una gruesa capa de maquillaje. Humor sórdido y feísmo costumbrista como ingredientes de una comedia heredera del sello Ealing (véase 'Ocho sentencias de muerte', de Robert Hamer) adornada por el cinismo de una sensibilidad posmoderna. Han pasado más de tres décadas, pero Carlyle conserva el tacto para la dirección de actores que le hizo célebre al frente de la Raindog Theatre Company en los 90 (allí coincidieron Tommy Flanagan y Peter Mullan), lo que sumado a su buen ojo para la puesta en escena resulta en un debut muy por encima de lo esperado.

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