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'Los aitas' está dedicada a la memoria de Juan Felipe Cobeaga, que falleció en 2023. Borja Cobeaga ha dibujado el personaje que interpreta Juan ... Diego Botto con el desamparo que sintió su padre, trabajador en una fábrica, cuando se quedó en paro. «Murió cuando estaba acabando el guion. Afronté el proyecto llevándolo a un terreno muy personal», justifica el director. «De chaval, veía que mi padre no había sabido reaccionar. Pertenecía a una generación a la que no les habían preparado para eso. Su abuelo y su padre habían tenido trabajo toda la vida. Él no quiso estudiar y se metió enseguida en la fábrica. Al cerrar, se quedó huérfano. Yo veía a un hombre paralizado y solo con el tiempo le he entendido».
'Los aitas', que este miércoles preestrena EL CORREO para sus suscriptores en Bilbao, es el quinto largometraje del realizador donostiarra y el primero desde 'Fe de etarras', hace ya ocho años. Llega a los cines este viernes 21 de marzo, poco después de la serie 'Su majestad', en Prime Video, que también es obra del coautor de '8 apellidos vascos' junto a Diego San José. Su estreno fuera de concurso en Málaga ha despertado sonrisas cómplices. Es una comedia amable y entrañable, que contempla con cariño a unos perdedores sin juzgarlos a lo largo de un viaje transformador. Una 'road movie' sobre la paternidad que arranca en el Sestao de 1989 y concluye en Berlín en mitad de un acontecimiento histórico.
Sus protagonistas son, claro está, cuatro padres y sus respectivas hijas. Forman un equipo infantil de gimnasia rítmica que tiene la oportunidad de participar en un campeonato en Alemania. En aquella época, lo normal sería que las madres las acompañaran, pero como todas están convalecientes tras una noche de borrachera viajarán con ellas sus aitas, a los que no les interesa demasiado la gimnasia rítmica. Ni sus hijas. Juan Diego Botto, Quim Gutiérrez, Iñaki Ardanaz y un arrebatador Mikel Losada dan vida a estas víctimas de la reconversión industrial, que fuera de la fábrica y el bar no saben cómo comportarse.
«La película no es un ajuste de cuentas ni un homenaje», define Cobeaga. «No se les juzga demasiado; no hay nada más horrible que juzgar desde el presente a la gente del pasado, que no tenía herramientas. Mi padre era más cariñoso que los protagonistas, también más pasota. Soy el tercero de tres hermanos, el que tiene el álbum familiar con menos fotos. Con el tiempo lo he valorado. Creo que conseguí cierta autonomía e independencia gracias a que mis padres fueron pasotas conmigo. Mi hijo hoy me pone a parir por estar muy encima suyo».
La hora y media de 'Los aitas' se disfruta del tirón. Las fotos de la Margen Izquierda del llorado Juantxu Rodríguez nos sumergen en una época de chimeneas que empezaban a apagarse, tascas llenas de humo y videoclubes que parecían el futuro. Sin extraescolares ni grupos de whatsapp. Los cuatro padres se ven obligados a convivir con unas niñas a las que apenas conocen a lo largo de 2.000 kilómetros en un autobús conducido por el padre Arrupe, un cura y profesor pegón y exalcohólico relegado a chófer, que encarna Ramón Barea, actor fetiche del realizador.
Un personaje crucial es la entrenadora de gimnasia alemana que viaja con ellos (Laura Weissmahr, Goya revelación por 'Salve Maria'). Será la Pepito Grillo que les anime a inmiscuirse en la educación de sus hijas. Encarna la mirada actual. «Si ellas no encuentran amor en casa lo buscarán en otra parte», les suelta parafraseando a François Truffaut. «Tampoco apuesto por el mundo de mujeres sensatas y hombres desastre, porque ellas también la cagan», apunta el autor de 'Vaya semanita'. «He tratado de no mostrar un pasado demasiado idílico pero tampoco terrible. Hay crueldad a la hora de retratar el patetismo de los personajes, pero también ternura».
Paradójicamente, Borja Cobeaga diserta sobre la educación y la masculinidad, pero por hacer la película no pudo estar mucho tiempo con su hijo. «Me da bastante rabia no haber podido asistir a su recital de piano. En España no hemos hecho muchas historias sobre las funciones escolares de Navidad con el asiento del padre vacío, pero ojalá yo no sea uno de esos padres ausentes». En 'Los aitas' tienen cabida chistes sobre etarras y la invención del kalimotxo, el inenarrable pelo de Juan Diego Botto y un París de lejos «que parece Barakaldo». Pero no hay un ápice de nostalgia por una época en la que ese crío que apunta maneras gays lo hubiera pasado mucho peor que ahora. «Desde luego. Ha habido muchos avances, aunque en la puerta del colegio y en los chats sigues viendo muchas más madres que padres», constata el director.
Tan perjudicial como aquellos progenitores que se limitaban a pagar facturas son algunos actuales, 'padres helicóptero', que no dejan a sus hijos ni un segundo. Borja Cobeaga teme pertenecer a esta especie. «Afortunadamente, mi hijo es lo suficientemente listo como para frenarme. En Segundo de Infantil tuvimos una tutoría, pero no para hablar de él, sino de mí; como se quedaba llorando, estiraba el momento y la profesora tuvo que hacerme terapia».
El estreno de una sátira tan mordaz sobre la monarquía y los jueces como 'Su Majestad' no ha provocado polémica alguna. Su autor no se sorprende. «Lo mismo pasó con 'Vaya semanita' y '8 apellidos vascos', el público es más maduro e inteligente de lo que pensamos», explica. «Un exhibidor nos decía que no podía haber 'vascos' en el título, porque no iba a ir nadie. Y el cartel de 'Fe de etarras' fue un escándalo, pero la película no».
Según Cobeaga, «el miedo es lo que provoca que solo se hagan remakes de otras comedias». Cuenta que las plataformas revisan los guiones con un abogado para prevenir posibles querellas. «Y en 'Su Majestad' pasó frases como las de un juez del Tribunal Supremo afirmando que una raya de coca es más sana que un Red Bull». El director no ha echado de menos el cine en estos años porque la comedia más autoral y arriesgada estaba en televisión. «'Pagafantas', 'Primos', 'Promoción Fantasma'... Aquella nueva comedia española dio paso a remakes y comedias de fórmula. Y de eso '8 apellidos vascos' fue culpable».
¿Qué le tendrían que ofrecer para una nueva entrega de la película española más taquillera de la historia? «Estuve implicado al principio de lo que acabó siendo '8 apellidos marroquíes', pero a los actores no les apetecía; Karra se ha dedicado por activa y por pasiva a decir que no quiere hacerla. Hace mucho que no me vienen ofertas de esas. Soy un privilegiado porque ruedo proyectos personales. Y si las cosas fueran mal volvería a los 'realities' y haría 'La isla de las tentaciones'».
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