Cuerdas

Arquitectura emocional 1959

Publicidad

'Cuerdas', de la bilbaína Estibaliz Urresola Solaguren, será ficción, pero no puede estar más pegada a la realidad. Filmada en Muskiz y Laudio con actores no profesionales, intérpretes aficionados y alguno con experiencia, se deja de debates genéricos y nos coloca ante el caso concreto: un coro de mujeres cuya supervivencia sería fácil si aceptaran la subvención de la gran empresa local, esa que contamina sus vidas y provocó cáncer a sus compañeras, a sus hijos. ¿Qué hacer, aceptar el dinero por pragmatismo o quedarse sin él por dignidad? La omnipresencia de las luces y chimeneas de la factoría y la mirada triste de la anciana protagonista (Begoña Suárez Ereño) hacen difícilmente olvidable a 'Cuerdas'.

Con seudodocumentales personales como 'Mapas' o 'Apuntes para una película de atracos', el cántabro León Siminiani ya se mostró como un cineasta creativo. En 'Arquitectura emocional 1959' es capaz de narrarnos una deliciosa historia de amor en que el escueto atrezzo «sirve para ayudarnos a imaginar que estamos en 1959», una crónica de la evolución urbanística de Madrid, un apunte sobre las revoluciones y una reflexión sobre el peso de la arquitectura, todo sin dejar de resultar ligera.

El corto menos redondo de la sesión es 'Harta', de la barcelonesa Julia de Paz, que nos pega a una adolescente que debe acudir a un centro de intercambio y pasar la tarde con su ambiguo padre.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad