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De izquierda a derecha y de arriba abajo, la cascada de Pozo de los Humos, el mirador del Fraile, el meandro más redondo del río Duero y la localidad de Fermoselle. Mikel Madinabeitia
Las Arribes, donde el Duero regatea

Las Arribes, donde el Duero regatea

Este parque natural que pisa tierras de Zamora, Salamanca y hasta Portugal permite descubrir una región oculta que es un regalo para los amantes de la naturaleza contemplativa

Mikel Madinabeitia

San Sebastián

Lunes, 17 de junio 2024, 14:08

Hay cosas de las que uno nunca se aburre. Como sucede con un paisaje que te refresca, que te alimenta el alma, que te sirve para recargar las pilas. Como pasa cuando estás con la gente que te quiere. O tomando unas cervezas entre amigos. O leyendo una buena novela. La naturaleza tiene también ese poder de seducción por la paz que transmiten sus imágenes. Y es en primavera cuando, aún sin bichos y sin mucha gente, se puede apreciar en su plenitud.

Entre Zamora, Salamanca y Portugal se extiende una región desconocida, poco mediática, que se conserva como antaño. Son las Arribes, recorrida por un río Duero señorial, que regatea sin aburrirse formando un cañón espectacular. Al igual que en la Ribeira Sacra, está plagada de miradores increíbles, cascadas, pueblos silenciosos y cruceros por el río. Pero aquí las distancias son mayores y, por tanto, hay más huecos que cubrir. Una zona que es un regalo para los amantes de la naturaleza contemplativa.

Les recomiendo el campamento base en la localidad zamorana de Fermoselle, cuyo casco histórico se enreda hasta decir basta. Allí se ubica la Posada Doña Urraca, llevada por unas gentes que saben lo que es cuidar del cliente y mimarlo en el trato y en la mesa.

Información práctica

  • Cómo ir: En coche son cinco horas hasta Fermoselle vía Donostia-Vitoria-Burgos-Valladolid-Tordesillas-Zamora.

  • Cuándo ir: Evitar el verano por el calor asfixiante. La primavera es ideal para ver el río y la vegetación en su esplendor.

  • Un hotel: Posada Doña Urraca (calle de Requejo 272, Fermoselle), tradicional establecimiento con amplias habitaciones, buena gastronomía y atención familiar.

  • Una tienda: Embutidos Puente Robles (Calle Moralina 228, Fermoselle), con jamones, chorizos, lomos, salchichones y quesos para morir.

La localidad destaca por sus calles enrevesadas, ya les digo, por varias iglesias, un castillo con unas vistas que serán estupendas pero a las que no se pueden acceder porque su dueño ha prohibido las visitas y, en definitiva, una sensación de tranquilidad como de pueblo de veraneo. Además, es conocido como el pueblo de las 1.000 bodegas. El subsuelo de esta localidad esconde un impresionante mundo de galerías subterráneas. Todo un patrimonio oculto por descubrir.

En cuanto a las excursiones, les recomendaré dos: una hacia el sur y otra en forma de 'u' que se adentra en terrenos portugueses. La primera se dirige hacia Aldeadávila de la Ribera, a 41 kilómetros de Fermoselle. Les recomiendo hacer la ida por la presa de la Almendrá, que protege al río Tormes y tiene una presa de una gran altura.

Atractivos

Arribes de Duero está plagado de miradores increíbles, cascadas, pueblos silenciosos y cruceros por el río

De camino a Aldeadávila, hagan una parada en Pereña de la Ribera. Adéntrense por una pista hasta un merendero Y caminen unos 20 minutos hasta llegar a un mirador desde donde podrán contemplar desde la distancia una bellísima cascada: el Pozo de los Humos. Una inmensa cascada de 50 metros de altura que nos transporta al Niágara sin salir de España.

Ya en Aldeadávila, verán que esta localidad agrupa varios establecimientos donde hacer parada y fonda. Y de ahí parten algunas excursiones muy bonitas, de las que les dejarán huella. Es especialmente recomendable combinar los miradores del Fraile y del Picón de Felipe. El primero es un mirador suspendido en el abismo, absolutamente impactante. Deben dejar el coche en un parking habilitado y descender por la carretera durante varias curvas. Bajar se hace rápido; subir se les hará peor sobre todo si hace calor... Allí abajo, a izquierda, verán la presa de Aldeadávila, con una caída que se antoja espectacular y que constituye la obra de ingeniería hidroeléctrica más importante de España a nivel de potencia instalada y producción de electricidad. Este lugar ha aparecido en películas como 'Doctor Zhivago' o en series como '30 monedas'. Y quedará en su memoria para siempre. Prometido.

Vértigo.

Impresionante panorámica desde el mirador del Fraile. M.M.

Curva.

El río Duero, a su paso por la localidad lusa de Picote. M.M.

Capital.

Miranda do Douro es la localidad más turística de la vertiente lusa. M.M.

Obra.

El puente de Requejo es una obra maestra de la ingeniería. M.M.

Horizonte.

La última imagen del Duero, desde el mirador de las Escaleras. M.M.

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Muy cerca se halla otro mirador, más natural, más coqueto, más íntimo. Es el del Picón de Felipe, al que se accede por un sendero más o menos llano desde el merendero Llano de la Bodega. Las vistas desde allí son placenteras. El río Duero avanza elegante, separando dos países y atrayendo en sus desfiladeros a un montón de buitres que revolotean por allí oteando el horizonte.

Para una segunda jornada pueden cruzar por la presa de Bemposta a Portugal y divisar el Duero desde el lado luso. Un cambio de perspectiva siempre es interesante; también caminar por otro país, con sus gentes, sus gastronomía, sus costumbres... La primera parada recomendable es en la localidad de Picote. Es uno de los miradores en los que menos caminarán; el regalo está enseguida: el mirador da Fraga do Puio. Desde su balcón podrán ver un meandro del Duero. Uno de sus regates. Belleza natural. Belleza pura.

En veinte minutos está Miranda do Douro, la localidad que ejerce como imán para los turistas y que acoge buena parte de los servicios. Tiene un castillo, una iglesia monumental y calles agradables para callejear. También dispone de miradores desde los cuales contemplar el Duero.

Obra maestra de la ingeniería

De vuelta a Fermoselle, hagan un desvío. Diríjanse a Villadepera. Y crucen el puente de Requejo. Es una obra espectacular, construida en 1914. La estructura del viaducto tiene una longitud de 190 metros y su altura sobre el río Duero es de 90 metros. Cuenta con sólo un arco de acero que mide 120 metros y se apoya en tramos de hormigón. Empleados en su construcción 450 toneladas de acero, el Puente de Requejo fue uno de los primeros de España con un arco de acero. Si son amantes de la fotografía y la arquitectura, disfrutarán.

Como despedida, les propondremos dos miradores más, cerca de Fermoselle. Para ver el mejor meandro del río Duero, su mejor regate, deben desplazarse hasta la localidad de Pinilla de Fermoselle. Y desde allí sale un sendero local que, con paciencia, a través de pista primero y estrecho sendero después, se asoma a un punto desde donde el río hace un meandro redondo. Lo único: una advertencia. Hay que andar un rato (una media hora de ida) por una trocha un tanto incómoda. Pero ya pueden ver en la imagen que el fenómeno natural es asombroso.

El otro balcón, también encantador, que puede significar un gran final de su viaje es el de las Escaleras. Éste es mucho más accesible. Apurando en coche hasta la ermita de Santa Cruz, sale una pista que les llevará a un promontorio singular, donde encontrarán la antigua casa de carabineros. No en vano, el río Duero fue antaño lugar de contrabandistas que cruzaban al otro lado como se pudiera para evadir el pago de los impuestos. Buen lugar para meditar sobre el pasado, el presente y el futuro de estas gentes. Buen lugar para meditar sobre nosotros mismos. Allí en las Arribes. Donde el Duero regatea.

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