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De izquierda a derecha y de arriba abajo, castillo de Tamarit, un arroz suculento en Vil·la Casals, la Roca Foradada de Prades y la localidad de Capafonts. M.M.
Mar y montaña, una combinación irresistible

Tarragona | Costa Dorada

Mar y montaña, una combinación irresistible

Tres planes diferentes por la Costa Dorada que contienen paisajes azules y verdes, bronceados regalados y una gastronomía marina de locura

Mikel Madinabeitia

San Sebastián

Miércoles, 8 de mayo 2024, 14:30

La Costa Dorada es una tentación. Apenas a cinco horas de San Sebastián, es un destino muy socorrido por los guipuzcoanos que persiguen unos días de tranquilidad al sol en localidades como Cambrils, Salou, Torredembarra... Allí los bronceados se regalan, con lo cual es fácil llamar la atención fuera de temporada cuando vuelves a tu tierra. Pero en este reportaje no sólo hablaremos de ello. En nuestra propuesta hay tres excursiones que combinan mar y montaña. Ya saben, una combinación irresistible.

El primer día se pueden visitar algunos rincones agradables de la costa, empezando por el castillo de Tamarit, de estilo románico, a media hora de Cambrils. ¡Qué bonita postal! Un multimillonario estadounidense, Charles Deering, se enamoró del lugar hace más de 100 años, lo compró y le dio el toque romántico. Hoy en día es escenario de bodas y banquetes. Lo cierto es que pasear por su cala posterior es una gozada y el rincón, sumamente fotogénico.

Guía práctica

  • Cómo ir: 490 kilómetros que se recorren en 4 horas y 53 minutos (según Google Maps, sin paradas) vía Pamplona-Zaragoza-Lleida-Montblanc-Cambrils.

  • Cuándo ir: En cualquier estación del año.

  • Un hotel: H10 Cambrils Playa (Avenida de la Diputació, 77), situado en el barrio residencial de Vilafortuny, en Cambrils. Amplio y con una piscina para disfrutar.

  • Tres restaurantes: Vil·la Casals (Passeig Marítim Joan Reventós, 41, Sant Salvador), con deliciosos arroces y mariscos. Íntim Cingles Blaus (C-242, 35, Cornudella de Montsant), para un menú de interior con buenos vinos. Tem Restaurant (Avenida de la Diputació, 64, Cambrils), para otro homenaje marino con una gran terraza.

Muy cerquita tienen la localidad de Altafulla, con un casco histórico medieval que ha mantenido su trazado de callejuelas estrechas y empinadas y parte de unas murallas. Ya saben que en estos pueblos hay que entrenar las piernas, porque la mayoría de los atractivos están arriba. Como los castillos y las iglesias. También en Altafulla.

Y de Altafulla a Calafell, accesible en veinte minutos siguiendo el trazado costero. Aquí también tendrán un castillo y, ojo, una ciudadela ibérica. Una vez saciado el apetito cultural, es hora de hacerlo con el gastronómico. Y para ello, qué mejor que un buen arroz en Vil·la Casals, en la playa de Sant Salvador, del Vendrell. Galardonado con un Solete Repsol, es un local pegado al paseo marítimo, con terraza y un menú en el que se aconseja pedir pescado, arroz o marisco.

Cigalitas a la plancha, M.M.

Para una segunda jornada les recomiendo el interior. Se puede hacer una circular por las montañas de Prades, uniendo las comarcas de Alt Camp, Baix Camp, Conca de Barberá y el Priorat. Tengan paciencia por las carreteras rústicas, aunque con excelente firme, mientras pasan al lado de las masías diseminadas en un paisaje que tiene al pino negro como al gran estandarte de la vegetación mediterránea.

De camino a Prades, la localidad más relevante de la zona, se halla Capafonts. Muy tranquila, alejada del mundanal ruido, se ubica sobre un promontorio y es, de hecho, la primera imagen que capta el viajero cuando la ve desde la distancia. Se trata de un destino perfecto para los que buscan el relajante encuentro con la naturaleza, alejados del estrés urbano.

Patrimonio

El casco histórico de Altafulla. M.M.

Fortaleza

Castillo medieval de Calafell. M.M.

Arte

Ermita de l'Abellera. M.M.

Punto de encuentro

Plaza mayor de Prades. M.M.

Reus

Plaza del Ayuntamiento. M.M.

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Apenas a siete kilómetros está Prades, donde merece la pena visitar el pintoresco paraje de la ermita de l'Abellera, al que se prácticamente se puede llegar en coche. Está construida sobre un risco aprovechando una cueva donde antes vivieron eremitas. Generalmente la puerta de acceso está cerrada, pero se puede pedir la llave en la oficina de turismo de Prades.

Volviendo a Prades, pero esta vez caminando unos diez diez minutos, se puede conocer la Roca Foradada. Una formación natural agujereada por la erosión y que es ideal para conocer con los más pequeños de la casa, para que se vayan familiarizando con rutas sencillas que regala nuestra madre la naturaleza.

Un doblete

Para una tercera jornada tienen un doblete: el monasterio de Santa Creus y la localidad de Reus. El primero es de la orden cisterciense, como el cercano de Poblet, con unas dimensiones llamativas y un clausto gótico actualmente en restauración, pero que tenía una pinta estupenda.

Excursiones

Desde las montañas de Prades hay vistas del mar Mediterráneo, con su luz y su literatura

La guinda, o mejor dicho el vermut, lo pueden tomar en Reus. El aperitivo estrella de este país, que nunca pasa de moda. Ítem más. Cabría decir que vive una época dorada. En la playa del Ayuntamiento, siempre tan concurrida, y sus alrededores hay muchísimos locales que te invitan a sentarte a disfrutar. ¡Ah! Reus es la localidad natal de Gaudí, así que verán edificios modernistas. Y es ideal para pasear.

En definitiva, la Costa Dorada no sólo es sol y playa. No sólo es sentarse en la piscina a pasar la tarde, como hacen los guiris. También se pueden combinar planes marítimos con rurales. En un puñado de días pueden realizar estas excursiones y volver a casa morenos. Un 'win-win'.

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