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el diario vasco
Jueves, 8 de febrero 2018, 09:40
El molino del Infierno, situado en un angosto valle cuyos bosques de robles parecen recién salidos de una fábula infantil, nos remonta a los tiempos revueltos de la dictadura. En plena postguerra, sus muelas solían funcionar durante la noche para huir del control de las autoridades y evitar los fuertes impuestos establecidos para la molienda. Una ruta con mucho encanto nos lleva hasta él para acercarnos después a otros rincones mágicos del entorno de Etxalar.
Provincia: Navarra
Dificultad: Fácil
Modo: A pie
Temporada: Otoño
Duración: 2 h
Distancia: 5,84 km
Km >
La ruta comienza en el cruce de Irigoiengo Borda, en la solitaria carretera vecinal que une Zugarramurdi con Etxalar a través del corazón montañoso que separa los valles del Baztan y el Bidasoa. Es fácil llegar si seguimos los carteles hacia el restaurante Etxebertzeko Borda, en los que aparece dibujada una trucha. Pero no hay que llegar hasta el restaurante; el desvío hacia él está en el km 16,5 de la carretera y nuestra excursión comienza en el km 14,9. Un panel con un mapa de la zona delata el punto de inicio. Seguimos las señales blancas y verdes que nos llevan, primero por pista y después por senda, hasta el fondo del valle. Una vez en él, la ruta discurre en paralelo al arroyo del Infierno, que se adivina entre los árboles. El desnivel descendente, al principio bastante fuerte, da paso a un agradable paseo conforme nos acercamos a Etxebertzeko Borda.
Km 1,40 >
El restaurante cuenta con una pequeña piscifactoría y un frontón de grandes dimensiones. El paseo continúa de frente, siempre junto al arroyo, que se interna en un robledal de ensueño. Viejos árboles retorcidos flanquean nuestros pasos, que nos llevan en pocos minutos hasta el molino, una curiosa construcción en forma de puente sobre el río.
Km 2,52 >
La puerta está siempre abierta. En su interior podemos ver la maquinaria utilizada para moler el grano. Pero lo más impresionante del molino es su situación en forma de puente sobre el río. Sus aguas caen en ruidosa cascada bajo el rudimentario edificio, accionando de este modo las turbinas. Pocos lugares hay más solitarios en nuestra geografía, nada parece recordar el continuo ir y venir de burros con sus alforjas repletas de maíz en el que se convertían los senderos cercanos en cuanto caía la noche. Una vez descubiertos todos los secretos del viejo molino, regresamos por el mismo camino hasta el restaurante.
Km 3,64 >
De regreso, una vez en Etxebertzeko Borda, tomamos la pista hormigonada que parte del frontón. Se trata de un fuerte ascenso que nos saca en pocos minutos del fondo del valle para llevarnos a la carretera principal, por la que caminamos hacia la derecha para regresar al punto de partida.
Km 5,84 >
Etxebertzeko Borda: Tel. 948 580 400. En plena ruta, con piscifactoría propia y frontón para jugar
Asador La Basque: Iñarreta, 1; Etxalar. Tel. 948 635 153
Casa rural Herri Gain: Lurriztiederra, 21; Etxalar - Tel. 948 635 208 - Habitación doble 37-40€
Casa rural Mikelestonea III: Iñarreta, 26; Etxalar - Tel. 948 635 075 - Casa tradicional en el núcleo urbano - Habitación doble 40-45€
Consorcio Bertiz: Oieregi - Tel. 948 592 386
Molino del Infierno Las instalaciones permanecen abiertas todos los días, aunque no es posible ver la maquinaria en funcionamiento
PALOMERAS, ARTE ANCESTRAL
En los altos collados que separan la navarra Etxalar de la vecina Sara, en territorio francés, se sigue practicando un método de caza cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos. Se trata de una técnica colectiva en la que intervienen no pocos cazadores. El proceso comienza cuando los oteadores avistan una bandada de palomas. Al toque de corneta, los palomeros encargados de las redes ocupan sus puestos, mientras que los que se encuentran en lo alto de unas plataformas elevadas comienzan a lanzar paletas al aire. Al verlas, las palomas las confunden con aves rapaces y bajan hacia el arbolado. Es entonces cuando los palomeros comienzan a agitar las chatarras, unas telas ruidosas que asustan a las aves para conducirlas hacia las redes. Una vez que llegan a su altura, los cazadores accionan la palanca que deja caer la red, que lo hace con fuerza gracias a unos pesos atados a sus extremos. No siempre hay suerte y no son pocas las veces que las palomas logran escapar. La temporada de caza, entre octubre y noviembre, es la mejor época para acercarse a las palomeras, pero el lugar es también una interesante visita durante el resto del año, cuando podemos pasear entre las construcciones sin toparnos con decenas de cazadores y cientos de curiosos.
ETXALAR, PIEDRA Y TRADICIÓN
Junto a la iglesia de Etxalar descubrimos una colección de estelas funerarias -hilarriak- que nos lleva muchos años atrás en la historia. Estas lápidas, extendidas por toda Europa pero más abundantes en Euskal Herria que en ningún otro lugar, vivieron su época de mayor extensión en el siglo XVII. Su forma de figura humana y sus extraños dibujos las hacen especialmente enigmáticas. Entre los dibujos que aparecen labrados en ellas, era costumbre representar los utensilios del oficio del difunto, y también animales, cruces, estrellas, soles y otros símbolos religiosos o paganos. No es el único rincón de Etxalar que merece una visita, porque el pueblo, con sus típicas casas de piedra rosada, cuenta con varios edificios históricos. Entre todos ellos sobresale el imponente Gaztelua, un palacio del siglo XVIII con forma de torreón defensivo. De aspecto más amable e integrados en el casco urbano, los dos ayuntamientos, el viejo y el nuevo, son características construcciones señoriales del valle del Bidasoa. Pero si algo queda en el recuerdo de quienes visitan Etxalar son sus preciosas postales rurales, con caseríos centenarios y prados infinitos como verdaderos protagonistas.
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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