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Seis vías verdes con más de 20 kilómetros para una experiencia inolvidable a pie o en bici

Seis vías verdes con más de 20 kilómetros para una experiencia inolvidable a pie o en bici

Las antiguas vías de tren del País Vasco y provincias limítrofes son una opción cómoda para programar una excursión a la naturaleza

IRATXE LÓPEZ

Viernes, 3 de julio 2020

Si aún no las has recorrido, te pierdes una gran experiencia. Si, en cambio, eres de los que aprovechan el viejo camino del tren para un paseo, no hace falta convencerte de sus bondades. Las vías verdes nacieron, pura contradicción, tras un deceso. Después del abandono de antiguos raíles por donde ahora pasan los trenes fantasmas de la imaginación. Ofrecen recorridos accesibles al evitar, como aquel leve traqueteo, pendientes complicadas. Fluyen por valles y mesetas, también entre barrancos. Horadan la tierra con sus túneles. Salvan ríos gracias a pasarelas y puentes. Puedes conquistarlas andando o en bici, incluso a caballo. No nos cansaremos de insistir, hay muchas, muy cerca e inolvidables. Recomendamos seis con más de 20 kilómetros, para que pases en ellas un rato largo. Este enlace ayuda a preparar la excursión gracias a sus especificaciones.

  1. Gipuzkoa

    Vía verde del Urola

Daba la mano al río desde Zumarraga a Zumaia, donde extendía su brazo al fundirse con el ferrocarril costero de los Vascongados. Enlazaba así interior y costa, por eso pueblos y paisaje montañoso aparecen en sus fotos, concretamente las comarcas del Urola Medio y Alto Urola. El País Vasco dibujó una intrincada red de ferrociarriles de vía estrecha. Superaban montañas y quebraderos de cabeza orográficos para mover personas y mercancías a través de un territorio marcado por la industrialización y el comercio. La vía verde que nos ocupa nació en 1926. Lo curioso es que, a diferencia de sus hermanas vascas, solo conectaba una zona industrial, Azpeitia, por lo que el transporte era básicamente de personas. Eso supuso pocos beneficios que redundaron en míseras inversiones de mantenimiento. Para mediados de los 80 del siglo XX se había convertido en un museo vivo del ferrocarril, con material anciano y poco movimiento. Cerraría definitivamente en 1988. Calificada como una de las vías verdes más completas y sugerentes de la zona, se extiende entre Azpeitia y Legazpi. Acerca rincones curiosos como el Museo Vasco del Ferrocarril en Azpeitia, el santuario de San Ignacio de Loiola, la garganta del río y la cultura del hierro a través de las grandes siderurgias y las ferrerías de antaño. Antiguas fábricas que robaban la energía del agua desde el siglo XIII, moldeando el hierro a base de golpeteo, como enseñan en Mirandola. Mencionábamos antes que el viaje del ferrocarril terminaba en Zumarraga, pero la vía verde se prolonga sobre el trazado del antiguo tren de mercancías de Patricio Echeverría, impulsor de la siderometalúrgica guipuzcoana. Hasta la meta habrás completado 22,5 kilómetros bajo túneles y sobre puentes, mientras contemplas parajes que enamoran.

  1. Álava

    Vía verde del Ferrocarril Vasco-Navarro

Salía de Bergara para alcanzar Estella con paso intermedio en Vitoria. Conocido como «El Trenico», discurrrió a través de la llanada alavesa, la montaña de esta provincia y la tierra de Estella. Costó mucho construirlo, tanto que a pesar de contar con la primera concesión en 1882 no se inauguraría al completo hasta 45 años después. El esfuerzo duraba hasta la Nochevieja de 1967, cuando las cuentas no dieron para más. El recorrido ha de afrontarse en varios tramos pues suma 101,5 kilómetros. El primer trayecto parte de Vitoria para finalizar en la antigua estación de Leintz Gatzaga, en el kilómetro 19,1 de la GI-627, puerto de Arlabán, linde entre Álava y Guipúzcoa. El segundo surge también desde la capital alavesa y muere en el túnel de Laminoria, cerca de Ullibarri-Jauregi, aunque cuenta con ramal entre Andollu y el Santuario alavés de Estíbaliz. El tercero arranca en la ermita de Santo Toribio en Cicujano, Arraia-Maeztu, para acceder a la localidad navarra de Estella. Las vistas son variadas. Campos agrícolas y robledales de la Llanada Alavesa, corredor fluvial del río Zadorra y arroyo Santa Cristina, embalses de Ullibarri-Gamboa y Urrunaga, hayedos y robledales de la sierra de Elgea. Acebos y arándanos, Montes de Vitoria Orientales y de Iturrieta y el hayedo de Iturrieta, el más importante de Álava. Panorámicas del valle de Laminoria, el cañón de Igoroin, el desfiladero de Pocilones, los montes Arboro y Soila, el barranco de Istora, los valles de los ríos Berrón y Ega... Al final puedes enlazar con el Itinerario Cultural europeo del Camino de Santiago o el Camino Ignaciano.

  1. Bizkaia

    Vía verde de los Montes de Hierro

Estrella de estos recorridos en Bizkaia, recuerda años de historia impulsada por el mineral. Aseguran quienes la conocen que susurra al paseante leyendas paridas desde el Imperio Romano hasta la Revolución Industrial. Seguro es, sin duda, que el paisaje aturde para bien. Propone a quien lo elige superar puentes, vestigios de las antiguas minas y empacho de naturaleza mientras se sonríe por dento y por fuera. Su historia es la de dos líneas. La localizada entre Castro-Traslaviña pretendió desde sus inicios emparejar el ferrocarril de Triano con el de Santander-Bilbao para mover mercancías. La crisis minera acabaría en 1966 con sus andaznas. La de Sestao-Galdames fue impulsada por los empresarios ingleses de la Bilbao River Cantabrian Rail que inauguraron un ferrocarril para conectar sus explotaciones mineras de Galdames con los muelles del Nervión. Por eso numerosos cargaderos salpicaban la ruta, el más famoso en La Florida. Contaba con plano inclinado de casi cuatro kilómetros desde la Mina Sauco al ferrocarril, uno de los más largos de España con seis estaciones intermedias para el trasiego de vagonetas. Los caminantes y ciclistas recordarán aquellos ingenios saliendo de Traslaviña, en Artzentales, para acabar en Gallarta, tras 31 kilómetros.

  1. La Rioja

    Vía verde del Río Oja

Obviamente contemplarás agua, la que fluye entre la estación de Casalarreina y el final de Ezcaray. A orillas del Ebro, en el norte de la provincia, nacía el trazado de un modesto ferrocarril rural de vía estrecha. Continuaba junto a la orilla del Oja hasta la Sierra de la Demanda. La historia de sus trenes se esfumó pues pertenecían a una compañía privada. Seguro es que el ramal amaneció al mundo en 1891 aunque, y solo tras muchas dudas, el ferrocarril Haro-Ezcaray dejó pisar sus raíles a partir de 1916. Cuarenta años después llegaría a transportar 34.000 toneladas de mercancías y 210.000 viajeros. Hasta que la emigración asoló la comarca y el automóvil ganó la carrera del transporte, obligando a cerrar en 1964. Chopos y tierras de cultivo saludan al viajero que se topará con una vieja calzada romana perteneciente al Camino de Santiago. Si, llegado al kilómetro 13, apetece visitar el famoso conjunto monumental de Santo Domingo de la Calzada puedes elegir un camino rural, a la altura de la fábrica La Feculera, para acercarte. Regresarás después a la vía verde. El ascenso más complicado arranca en Santurdejo para dirigirse al monte Bellifera. Bosques de caducifolias pueblan las laderas, súbditas de una sola reina, la peña de San Torcuato que cierra la ruta. Completados los 28 kilómetros es posible sumar itinerario con el GR-93 hasta el monasterio de San Millán de la Cogolla.

  1. Burgos

    Vía Verde de la Sierra de la Demanda

Antiguo ferrocarril minero de 54 kilómetros desde Arlanzón a Monterrubio de la Demanda, es en realidad lo que queda de un fracaso económico. Pretendía conectar las minas de la sierra con la capital, ayudar a mover el mineral hasta Bilbao y facilitar el tránsito de gentes. Apenas rentable, funcionó pocos años, hasta 1904. Empeñados en el intento, en 1920 la compañía Minas y Ferrocarriles de Burgos trató de reimpulsarlo en vano. Ahora, debido a su largura, se puede dividir en dos etapas: de Arlanzón a Pineda de la Sierra, 24 kilómetros, y de allí al final, otros 30. Parte del pueblo y atraviesa el cauce del río por un puente del antiguo ferrocarril. Habrá bosques de rebollo antes de llegar a las ruinas de la Abadía de Foncea, a solo 220 metros del panel informativo. Pinos silvestres preceden al entorno de Urrez. Tramo frondoso, de rebollos, hayas y lagunas. Panorámica de Villasur de Herreros, montes cercanos y subida dura si vas en bici; mejor hacerla andando para superar el túnel de Urrez sin acceder a él y descenso despacio con curva cerrada. Los ojos se asombran al llegar al embalse de Arlanzón, que abastece Burgos. Elección de caminos junto a la ermita de Pineda de la Sierra: si quieres finalizar la etapa toma el de la izquierda hacia el pueblo de mismo nombre. Si prefieres continuar sigue hasta una cancela que pasarás para acceder a zona de pastos. Superarás otra cancela mientras te diriges hasta la carretera que sube a la estación de esquí abandonada de Pineda de la Sierra para cruzarla. Puedes desviarte por una pista a las minas de Cerracín. Avanza entre bosques de ribera atravesando el río Arlanzón. A la izquierda de un área recreativa existe una senda que acerca a los 800 metros del túnel del Manquillo. Imposible acceder a él, a partir del área sigue de frente 400 metros. Si vas en bici vuelve a descabalgar. El puerto del Manquillo, a 1.400 metros, supone la cota máxima. Después, descenso con curvas y gravilla suelta entre robledales. Meandros y trincheras acompañan el viaje. Larga pasarela. Vistas de Barbadillo de Herreros y túnel espectacular. Al salir, junto al río de la Umbría, la ferrería de Barbadillo de Herreros muestra su imponente chimenea de nueve metros. Llanearás antes de Bezares para seguir entre prados, dentro del bosque de hayedo de Las Aceras. Para acabar en el bucólico paraje de La Pradera.

  1. Cantabria

    Vía verde del Pas

Entre Ontaneda y Sarón aguardan 26 kilómetros de vistas que acarician el Parque Natural de Peña Cabarga, el río Pas y la praderías pasiegas, extendidas en los valles como un océano verde. Bosques caducifolios y de ribera dan sombra a la elección. Saluda la marcha un magnífico puente de hierro sobre el río Pas. Continúa hacia Santiurde donde espera un acueducto. En Soto hay dos cortes a los que prestar atención, uno por las calles del pueblo hasta el kilómetro 9; otro de solo 300 metros por la carretera de Penilla. Después de la iglesia vuelve la tranquilidad. Sigue hacia Penilla y la orilla del río. Detente. Revisa el viejo lavadero. En el kilómetro 12 la estación de Puente Viesgo conserva su edificio de viajeros y el reloj del andén. Puedes acercarte a la iglesia románica del municipio. O continuar. Antes de Pomaluengo cruza la N-634 con cuidado y sigue por la localidad hasta la antigua estación de tren. Saldrás, solo 300 metros, a la carretera. Otro pueblo denominado La Penilla repite topónimo. Introduce a un angosto paso junto al río Pisueña para ver llover árboles y pasar junto al antiguo molino Torrentero hasta La Encina. En Sarón acaba el primer tramo. El paso del valle del Pisueña hacia el norte se hace por carretera, obedeciendo las señales de Obregón, Santander o Cabárceno. Hasta atravesar Obregón y acabar dejando la carretera en el desvío al Parque de Cabárceno. Verás la casilla de información donde arrancan otros 6,3 kilómetros de la Vía Verde Astillero-Obregón hacia el mar. Campos de labranza, pastos y bosques saludan el camino que llega a la ría de Solla, en la bahía de Santander. Con final tras puente metálico de ferrocarril hacia las casas de Astillero y total, si has llegada hasta allí, de 34 kilómetros.

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