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Iñaki Juez
Lunes, 2 de junio 2014, 17:54
"Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Don Juan Carlos compareció el 18 de abril de 2012 ante las cámaras de televisión en una puesta en escena medida con escuadra y cartabón para no dejar nada al azar, incluidos a ... los periodistas que no pudieron hacer ninguna pregunta. Pese a todo, se trataba de un momento histórico. Era la primera vez que el Rey se disculpaba. Fue el último capítulo de una esperpéntica cadena de acontecimientos que se inició con una inoportuna rotura de cadera del monarca en una fastuosa cacería de elefantes en África. Mientras la crisis económica ahogaba a los españoles de una manera hasta entonces desconocida, la difusión de la foto del monarca, feliz escopeta en mano con un paquidermo muerto, provocó las iracundas críticas de prácticamente todos los sectores de la sociedad hacia la Corona. No era momento para un safari, aunque fuera costeado por un empresario sirio, y menos para ir a él acompañado por Corinna, una amiga políticamente incorrecta. Fue, sin duda, una de las mayores meteduras de pata de su reinado. Pero no la única.
Un disparo que terminó en tragedia
Su primer gran error acabó en tragedia. Un disparo accidental de don Juan Carlos, mientras limpiaba su pistola en la casa familiar en Estoril, hirió de muerte a Alfonso, su hermano pequeño, el 29 de marzo de 1956. Los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida muriendo poco después. Se da la curiosa circunstancia de que, más de 50 años después, su nieto Froilán también sufrió un percance similar disparándose con una escopeta de caza en el pie. En esta ocasión, la cosa no pasó a mayores, pero parece claro que a los Borbones no les sienta nada bien las armas de fuego.
¿Por qué no te callas?
El Rey siempre ha sido un consumado diplomático gracias a su carácter afable y natural. Sin embargo, su espontaneidad le jugó un mala pasada en 2007 cuando le espetó un "¿por qué no te callas?" al presidente de Venezuela, Hugo Chaves, en plena XVII Cumbre Iberoamericana, que no paraba de interrumpir la intervención de José Luis Rodríguez Zapatero. Don Juan Carlos ya venía calentito a la reunión tras las recientes críticas del mandatario iberoamericano al expresidente del Gobierno José María Aznar en un toma y daca de ambos políticos cuyos antecedentes se remontan a cinco años antes por un presunto apoyo de España a un golpe de Estado contra el fundador del chavismo. Finalmente, Zapatero se encargó de apaciguar los ánimos entre ambos con un conciliador discurso pero la imagen del monarca quedó dañada por un exabrupto tan poco habitual como poco oportuno en una cita internacional tan importante.
El yerno que le salió rana
No lo vio venir. O quizás sí y le dio igual, hasta que ya fue demasiado tarde. El caso es que el juicio que se está siguiendo contra Iñaki Urdangarin por el 'caso Nóos' desvela el incondicional apoyo del Rey a sus negocios hasta que la insaciable avaricia del yernísimo en forma de facturas falsas del tristemente famoso instituto creado para la ocasión terminó salpicando a la propia Casa Real. A pesar de ser el marido de su hija Cristina, don Juan Carlos se vio obligado en su tradicional discurso de Navidad de 2012 a referirse a él con su ya famoso "la justicia es igual para todos". La desaparición de los duques de Palma de los actos oficiales de la familia real tampoco sirvieron para limpiar la mancillada imagen de la Monarquía por un comportamiento "no ejemplar" del que fue un famoso exjugador de balonmano con pinta de buen chico.
Sus amistades peligrosas
Aparte de desvelarse que el Rey estaba participando de una cacería no apta para todos los bolsillos en Bostwana, se supo que lo hacía en compañía de una bella dama, la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein. A partir de ahí, lo que era un secreto a voces se difundió a golpe de click por todas las redes sociales. Todo el mundo quería conocer más de esa amiga tan especial que le acompañaba en un montón de viajes de placer ajenos al protocolo y a la oficialidad. Por si fuera poco, tiempo después se supo que la aristócrata alemana también formó parte de los negocios de Urdangarin como presunta consejera. Una incorrecta relación que dejaba a Don Juan Carlos en evidencia respecto a la sociedad pública y que ensalzaba la figura de la Reina como callada sufridora de los devaneos de su marido durante todo su reinado y en el que, según la rumorología, estarían implicadas diferentes personalidades de la vida pública española, normalmente relacionadas con el mundo del espectáculo.
Como se pueda comprobar, el reinado de Don Juan Carlos ha tenido, sobre todo en los últimos años, grandes sombras que han minado la imagen de la Corona entre los españoles. Se abre un nuevo período y Don Felipe recogerá las riendas como jefe de Estado. Seguro que ha tenido tiempo de sobra de aprender de los errores de su padre.
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