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HASTA LA ETERNIDAD

Gobernar en minoría es, en el fondo, la alternativa más parecida a ejercer el poder con mayoría absoluta

Kepa Aulestia

Sábado, 23 de julio 2016, 14:48

Los diez votos fantasmas que afloraron el martes en la elección de la Mesa del Congreso representan, por el ocultamiento de su autoría y por su propia inutilidad, un signo desesperanzador respecto al ejercicio de una política más diáfana. El episodio confiere a sus protagonistas ... un papel de ridículo consentido. Les ha retratado avergonzados o jocosos, haciéndose los indignados o alentando un enigma que, a la postre, carece del mínimo interés. En ese parque infantil en el que en ocasiones se convierte el hemiciclo se ha escenificado una gracieta más. Esta vez el reglamento de la Cámara no sirvió para preservar la libertad individual de los electos al designar personas. Se empleó para inaugurar un nuevo código de señales que al parecer ni siquiera quienes lo usan son capaces de descifrar. De ahí el secretismo. Porque ni los diez votantes ni sus supuestos beneficiarios saben a ciencia cierta de qué fue el juego.

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