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IGNACIO VILLAMERIEL
Sábado, 1 de octubre 2016, 08:14
El historiador Juan Pablo Fusi (San Sebastián, 1945) se apeó ayer en la estación del Norte procedente de Madrid. El motivo que le trajo esta vez a su «paisaje prometido», como él mismo parafrasea a Ortega y Gasset para referirse a su ciudad natal, es ... recibir el premio Mario Onaindia. Fusi recoge hoy este «premio íntimo» en Zarautz. «Hay premios protocolarios, otros de oficio. Este es muy preciado para mí porque lo recibo en casa y por la significación que tuvo Mario Onaindia». Juan Pablo Fusi es sobre todo un hombre sabio. Mientras posa para el fotógrafo sentado junto a la barandilla del río Urumea, ilustra: «Esta barandilla es la que antiguamente estaba en La Concha, como se puede apreciar en algún cuadro de Darío de Regoyos». Además de profesor y escritor, es especialista en Historia contemporánea española.
-¿A qué cree que se debe la contundente victoria del PNV?
-Fundamentalmente la atribuyo al estilo prudente y moderado del lehendakari Urkullu y a su eficacia en una gestión tranquila. Ejemplifica un contraste brutal con lo que está ocurriendo en Cataluña, por ejemplo, y eso refuerza lo que ya existía en Euskadi: la hegemonía del PNV.
-¿Cómo interpreta la irrupción de Podemos en Euskadi?
-Supongo que en relación con lo que viene ocurriendo desde la crisis de 2007, tanto en el País Vasco como en el conjunto de España. Se creó un movimiento de cambios sociales profundos que parece haber producido un cierto agotamiento con los partidos que tradicionalmente se han repartido el poder. En Euskadi, Podemos ha robado votos tanto al PSOE como a EH Bildu.
-¿Y cree que Podemos ha llegado para quedarse o irá decreciendo?
-No puedo anticiparlo. Desde 1945 a nuestros días, solamente en Europa, ha habido muchos partidos antisistema que existieron tres, cuatro o cinco años, y luego desaparecieron. Pero viendo lo que está ocurriendo con el PSOE, tengo la impresión de que hay una coyuntura que hace indicar que no va a ser un hecho efímero, ni mucho menos.
-¿Cómo interpreta la fractura socialista?
-Me parece totalmente incomprensible la deriva que ha tenido el PSOE con Pedro Sánchez. No es posible que un líder que pierde cuatro elecciones seguidas, en todas ellas obteniendo los peores resultados de la historia de su partido, intente formar gobierno. Y menos que se enroque cuando ha sido rechazado dos veces por el Parlamento. En términos políticos es absolutamente incomprensible la continuidad de Sánchez, y eso ha acabado por crear un intento lógico de sustitución, o destitución, porque es una situación insostenible.
-¿Y cree que hay un contexto histórico que explique la crisis socialista?
-Creo que sí. Hay una crisis evidente de la izquierda en general, y también de la socialdemocracia, en casi toda Europa. La derecha tiene siempre unas ideas muy claras del Estado y de las políticas económicas, que son relativamente exitosas. Mientras que las políticas sociales de la izquierda, que apuntan siempre a más gasto social y mayores déficits, se han encontrado con que la crisis ha hecho muy difíciles dichas políticas. Por tanto, se ha ido desdibujando el papel de estas izquierdas moderadas, porque la salida de las crisis económicas suelen exigir políticas de estabilización dura.
-¿Cree que estamos ante el cierre del ciclo de la Transición?
-Si la Transición es igual a libertad y democracia esperemos que dure otros mil años. Sin embargo, han pasado más de treinta años desde entonces y hay partidos que ya han desaparecido. Otros que han sido bastiones de la Transición han llevado el país a la crisis. Aún así, aunque la evolución del sistema de partidos entra en la lógica, es mejor que haya una estabilidad de los partidos.
-¿El bipartidismo es historia en España?
-Bueno, en el País Vasco no hay bipartidismo, por ejemplo. Así que no sé cómo se lee a veces la política española. Por lo visto, no es un Estado autonómico, cuando se habla solo de bipartidismo. Porque recuerdo que, en una parte importante de España, han gobernado casi ininterrumpidamente el PNV y CiU. Por lo tanto, en estas dos importantísimas regiones, no ha gobernado prácticamente nunca el 'bipartidismo español'. Creo que no se debe considerar como el Gobierno español solo el gobierno de Madrid. De hecho, nuestra ley electoral está pensada para integrar a los nacionalismos.
-¿Cree que es malo para España la actual crisis del PSOE?
-Es una catástrofe. Primero por todo lo que significa el PSOE en la historia de España. Segundo porque ha sido un factor de estabilidad y una gran opción de gobierno. Sobre todo en la etapa de Felipe González, donde se consiguieron múltiples logros y avances. Casi se duplica el PIB, por ejemplo, a pesar de las sombras que hubo al final de su mandato.
-Y ahora, ¿cuáles cree que pueden ser los posibles acuerdos electorales para desbloquear la situación?
-No veo más posibilidad que el Partido Popular con un acuerdo de legislatura con Ciudadanos. Y por eso me parece que, dado que ha ganado dos elecciones, creo que el PSOE se debería haber abstenido y pasar a una oposición que podría haber durado máximo dos años. A partir de ahí podría forzar una moción de censura. En ese tiempo, el PP hubiera podido regenerarse y cambiar de líder, y el PSOE hubiera podido buscar una readaptación de sus programas y promocionar a gente nueva.
-¿Abogaría por una reforma constitucional?
-Hay cosas que se han quedado viejas. Como que el Senado no se haya desarrollado como Cámara Autonómica, tal y como dice la Constitución, por ejemplo. Yo no me opondría en absoluto a una reforma pero creo que hay que ser extraordinariamente prudentes en temas como la 'reducción territorial del Estado', que exige pactos y mucho diálogo. También haría una reforma de la ley electoral.
-Entre el bloqueo y la corrupción, ¿podemos estar viviendo una descomposición del modelo español?
-Descomposición me parece una palabra muy fuerte. La corrupción es un cáncer que corrompe los sistemas políticos y las propias democracias, pero creo que debe de haber pocos casos de corrupción como el que hubo en EE UU en la segunda mitad del XIX, y nadie cuestionó el sistema político en sí. Por lo tanto, un sistema democrático tiene los elementos judiciales para combatir con toda dureza la corrupción y mantener la democracia. En cuanto al bloqueo, lógicamente es malo. Una cosa es tener dos o tres meses de incertidumbre y otra distinta es estar un año y no saber si estamos en camino de unas terceras elecciones. Eso crea desafección y descrédito entre la sociedad y la clase política.
-¿Cree que ha cambiado la sociedad vasca tras el cese de ETA?
-Todo indica que sí. Sobre todo en generaciones jóvenes, de personas menores de 35 años, donde el drama de la 'construcción nacional', del nacionalismo y no nacionalismo, ha perdido gran parte del contenido dramático que tenía antes. Yo percibo en las conversaciones un clima colectivo mucho más tranquilo, relajado, abierto y plural. Y espero que siga así.
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