AINHOA MUÑOZ
Sábado, 26 de noviembre 2016, 10:16
Es un símbolo de nobleza, justicia y respeto. Una vara de mando que da autoridad de presidente vasco a quien posee el «honor» de liderar el Ejecutivo autónomo. Hoy, el encargado de recoger una makila de más de treinta años de historia es el reelegido lehendakari Iñigo Urkullu. Un bastón «único y especial» que se ha traspasado de mandato en mandato desde que en 1980 Carlos Garaikoetxea se convirtiera en el primer lehendakari tras la muerte de Franco.
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La leyenda 'Lehendakaria', arropada por el escudo de la Comunidad Autónoma Vasca, refuerza la empuñadura de plata de ley de una makila que creó hace 36 años el irundarra Iñaki Alberdi. Hoy, es su hijo Beñat quien tiene el cometido de gestionar el taller, situado en la calle Descarga de la ciudad fronteriza, que elabora entre 400 y 500 bastones al año. Pero ninguno es -«ni será»- como aquel que encargó la Lehendakaritza hace más de tres décadas.
Caminando por el Pirineo
El viaje para confeccionar este tipo de bastones es tan espacioso en el tiempo como meticuloso en su creación. Tanto, que se tarda aproximadamente siete años en elaborar una única pieza.
La primera caminata del artesano se da en primavera, adentrándose en algún bosque salvaje y viejo «apenas tocado por el hombre» de los Pirineos hasta encontrar el arbustoide perfecto. En su momento, Alberdi padre realizó en una rama de níspero unas incisiones a punta de navaja «para que la savia forme en esas hendiduras ciertos relieves que le aportarían mayor esplendor», explica su hijo Beñat. Jamás pensaron que aquel trozo de madera se convertiría años después en uno de los símbolos más relevantes del Gobierno Vasco.
Con la llegada del invierno, los Alberdi repiten el periplo hasta la cordillera pirenaica para quitarle el pellejo a la rama y comprobar que se mantiene esa cicatriz. Una especie de tatuaje, confiesa Beñat, «que nos diferencia del resto de artesanos». «Hoy es más fácil encontrar el árbol marcado. Voy con GPS. ¿Pero antes? Ni sé cuántos palos marcados habremos perdido...», se lamenta.
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Tres años más tarde, el tiempo suficiente para que la rama alcance la largura de un bastón, la familia Alberdi regresa al bosque para cortarla. Lo hacen preferiblemente en invierno, coincidiendo con luna en cuarto menguante, continúa en su explicación el joven menestral.
Otro largo periodo de tres años es lo que tardan entre el secado, el enderezamiento y el tratamiento de la madera. Ya seca, se mete en estiércol o en una mezcla de cal y agua durante un tiempo para que adquiera ese tono marrón oscuro tan característico de las makilas. Y entonces comienzan los detalles.
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El bastón de mando que hoy ha recibido Iñigo Urkullu como lehendakari cuenta con un pomo de cuerno de buey; un casquillo que sujeta la empuñadura de piel de cabrito, donde se grabó la inscripción; un estoque escondido bajo la empuñadura; una correa marrón en piel de cabra; un casquillo en la parte inferior del bastón donde Iñaki Alberdi esculpió motivos típicos de grafía vasca; y una punta de acero con la que se apoya en el suelo. «Es un trabajo muy meticuloso y artesanal al que dedicamos mucho tiempo y esfuerzo», dice Beñat. «Creo que los artesanos tenemos ese punto de romanticismo y sentimental...», continúa.
El «orgullo» del artesano
El día que prometieron o juraron su cargo, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe, Patxi López e Iñigo Urkullu tuvieron entre sus manos esta rama de níspero que, tras un largo y laborioso tratamiento, acabó convirtiéndose en una auténtica vara de honor. Se trata de uno de los símbolos más significativos en la jura de Gernika tras serle entregada la makila al recién nombrado lehendakari, elegido días antes por la Cámara de Vitoria. Un acto solemne y lleno de emoción que hoy revivirá el de Alonsotegi.
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Para Beñat, es un «orgullo» que sea su padre el referente de una makila histórica. «Hemos hecho miles de bastones. Incluso para personas que, quizás, tengan una relevancia social mayor que la de un lehendakari. Pero es que como esta... Realmente nos toca la fibra sensible», confiesa con cierta emotividad.
Lo cierto es que las makilas de la familia Alberdi han acabado en manos de múltiples personalidades de todo el mundo. Desde el Papa Juan Pablo II, el expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan, el rey emérito Juan Carlos de Borbón, el escritor Camilo José Cela, el escultor Jorge Oteiza, los expresidentes Adolfo Suarez y José Luis Rodríguez Zapatero... Una lista casi sin fin.
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Sin embargo, la vara de mando que hoy ha mostrado orgulloso Urkullu ante las cámaras, supone para los Alberdi algo «muy importante». «Ver que algo que has hecho con tus propias manos tenga un significado tan grande no tiene palabras», relata.
Ha sido la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, la encargada de entregarle a Urkullu esta makila que, en su momento, costó unas 116.470 pesetas al Ejecutivo autónomo (alrededor de 700 euros). Un bastón que nació de la rama de un níspero pirenaico que hoy se ha convertido en un objeto de máximo valor.
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