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Iñigo Urkullu fue aitona hace tres meses, justo cuando la pandemia de Covid-19 empezaba a manifestarse en Euskadi, por lo que apenas tuvo tiempo ... de conocer a su nieto en persona antes de que se decretara el estado de alarma y comenzara el confinamiento de la población. En este tiempo, prácticamente ha vivido enclaustrado en Lehendakaritza, donde trabaja a diario y «a jornada completa» para hacer frente a la crisis. Una vez levantada la emergencia sanitaria y con Euskadi en la fase 2 de la desescalada, Urkullu repasa en una entrevista a DV la gestión de la cogobernanza, sus desavenencias con Sánchez y la decisión de convocar las elecciones vascas el 12 de julio.
–Tras las dudas que surgieron en la inicio de la cogobernanza, ¿su gabinete ya ha empezado a tomar las riendas de la crisis?
–Se ha instalado en el imaginario que ahora hay una cogobernanza, pero realmente aún no se ha desarrollado. Seguimos al amparo de un estado de alarma y estamos obligados a cumplir las medidas que se adoptan por parte de un mando único o de la autoridad delegada que ahora representa el ministro de Sanidad. Eso no es la cogobernanza, que no debería basarse solo en un ámbito de diálogo, sino de decisiones compartidas. Eso todavía está por explorar.
–¿Pero el Gobierno Vasco no ha empezado a tomar algunas decisiones propias?
–Nosotros tenemos el plan Bizi Berri, que el propio Gobierno español acepta como complementario a su plan de transición a la nueva normalidad, que aborda ámbitos como la movilidad, la cultura o el turismo, pero no podemos ir más allá. Incluso en esos ámbitos, nosotros podemos proponer unos aforos, pero si el Gobierno español decide otra cosa, se hace así. No hay, por tanto, un ámbito de codecisión, aunque es verdad que algunos de nuestros planteamientos están siendo atendidos en las últimas semanas. Pero hay que aclarar que son medidas que el Gobierno asume para el conjunto del Estado. Para decisiones específicas para Euskadi, todavía no hay una codecisión.
–Al principio del estado de alarma usted fue muy crítico con algunas medidas adoptadas por Pedro Sánchez, pero cuando el Gobierno Vasco empezó a tomar decisiones, las críticas se volvieron hacia su Ejecutivo. ¿Hubo improvisación en algunas restricciones que aplicaron a la fase 1?
–No, en absoluto. Nosotros planteamos algunas cuestiones razonables para ser más precavidos ante una posible explosión por el ansia de libertad tras el confinamiento. Aquello duró una semana, hasta que la sociedad fue consciente de que había que ser más prudente en el comportamiento individual. Pero no fue una improvisación, estaba planificado.
–En cualquier caso, su Gobierno recibió críticas por medidas como prohibir las reuniones en casas.
–Entiendo que la aplicación de ese tipo de medidas provoca una sensación de incomodidad, mareo o desconcierto en la sociedad. Pero hay que tener en cuenta que al pasar a la fase 1, como ahora que avanzamos a la fase 2, debemos estar pendientes de aclaraciones del Gobierno central hasta el último momento, lo que tampoco facilita la implementación de las medidas. El ejemplo más claro es el del regreso a las aulas: hace quince días lo acordamos con el Gobierno para el día 18 y luego nos retiró la cobertura jurídica. Esto genera desconcierto, pero no es por una actuación del Gobierno Vasco, sino porque estamos sujetos al estado de alarma. Aunque pido disculpas a la sociedad vasca por el desasosiego generado.
–¿Vivía más cómodo cuando el centro de las críticas era Sánchez?
–No, no. Asumo mi responsabilidad y estoy intentando tomar las mejores decisiones para asegurar la salud pública en el ámbito de mis competencias, que con el estado de alarma son limitadas. No vivía más cómodo hace unas semanas, de hecho sigo reivindicando que el estado de alarma deje paso a la legislación ordinaria y a la recuperación de competencias.
–¿Sus encontronazos con Sánchez han empeorado la relación que tenían antes de la crisis?
–No. Yo intento ser honesto y leal. Las críticas que he podido hacer siempre han sido propositivas, con un objetivo de mejora. Por eso creo que siempre he tenido un comportamiento leal. ¿La relación que tenemos? Entiendo que el presidente del Gobierno vive momentos de tensión, además con un Ejecutivo de coalición con sus características, pero también exijo una respuesta a determinadas cuestiones. Todavía hay carencia de respuesta en cuestiones como las políticas activas de empleo o el ingreso mínimo vital. Eso no obsta para que, por mi parte, sea una relación absolutamente franca.
–¿Han hablado últimamente?
–Pues no. Más allá de las videoconferencias de los domingos, creo que hace un mes que mantuve una conversación con él y, posteriormente, le he enviado varios escritos. El último, el pasado lunes para anunciarle que iba a convocar las elecciones el 12 de julio. Pero comunicación personal, no.
–¿Le gustaría que fuera un poco más fluida?
–Siempre lo agradecería, pero mi disposición es absoluta.
–¿Le sorprendió el acuerdo para la derogación de la reforma laboral que PSOE, Podemos y EH Bildu firmaron en el Congreso?
–Me ha sorprendido por parte del PSOE, no por EH Bildu o Podemos. Es un acuerdo que ha provocado desconcierto tanto por las formas como por el contenido. Por las formas, porque en el contexto de la negociación de una prórroga del estado de alarma por parte del Gobierno español, no ha sido el Ejecutivo el que ha firmado el acuerdo, sino el PSOE. Si esto obedecía a garantizarse el apoyo a la prórroga, cuando el Gobierno estaba negociando con otras formaciones como Ciudadanos o el PNV, esta forma de proceder no es nada leal. El desconcierto es mayor al ver que ministros del PSOE lo desconocían, al igual que presidentes autonómicos socialistas.
–¿Y qué le parece el contenido?
–El fondo del acuerdo también provoca desconcierto absoluto porque se habla de una derogación íntegra de la reforma laboral, por mucho que después saliera algún ministro a decir que solo los aspectos más lesivos. No, no, en eso hay que reconocer a EH Bildu que el texto dice que lo dice.
–¿Qué opina de esa derogación íntegra de la reforma laboral?
–Una derogación sin más sería peligrosa. También genera desconcierto porque para esa negociación existe una mesa de diálogo social y, además, se ha constituido una comisión de reconstrucción en el Congreso. Desconcierto absoluto y preocupación por el riesgo de quiebra de confianza que trae esta manera de proceder y el hecho en sí. Quiebra de confianza en la interlocución con el Gobierno y en el ámbito socio-ecónomico, porque hasta los propios sindicatos, no solo la patronal, han mostrado sus dudas. También las genera en el ámbito de la Unión Europea. Esto es muy serio.
–Se le ve preocupado...
–La preocupación afecta directamente al PSOE y al Gobierno español, no preocupación por EH Bildu, que no da puntada sin hilo. Sabe lo que está haciendo, lo que no sé es si el PSOE o el Gobierno español saben lo que hacen.
–¿Insinúa que han caído en una especie de trampa de EH Bildu?
–No sé si es una trampa o algo que apunta a una estrategia más a largo plazo. Ingenuidades, las justas. Por no decir ninguna. Hay que analizar esto con la suficiente importancia, hay que valorar el planteamiento que tiene la izquierda abertzale desde tiempo inmemorial, de querer relacionarse con determinadas formaciones políticas en un espectro ideológico determinado. Ahora EH Bildu se define como una fuerza política de Estado, pero no del Estado vasco independiente, sino del Estado español. Esto tal vez obedece a una operación de largo alcance.
–¿Se refiere a una confluencia de formaciones de izquierdas? ¿El PNV debería estar alerta?
–No el PNV, que históricamente es consciente de todo esto porque la izquierda abertzale nunca ha querido nada con él. Bueno, solo quiere provocar al PNV con cuestiones que puedan ser sensibles ante una parte de la sociedad vasca, o quiere llevarle con la soga al cuello o seducirle con cantos de sirena. Pero la realidad es la que es: EH Bildu muestra en Euskadi una actitud rígida y dura con lo que el PNV representa y tiene una actitud amable y pragmática en el Estado español. Esta es una realidad que el PNV tiene clara desde siempre, pero la sociedad vasca tiene que saber que esto es así y que no podemos seguir endulzando determinadas prácticas.
–¿Le incomoda que EH Bildu se haya colocado en el centro de la escena justo cuando se ha lanzado la precampaña vasca?
–No, en absoluto. Yo confío en el proyecto del PNV y en la interpretación que la sociedad vasca ha hecho en toda la etapa democrática, desde 1980 hasta hoy, sabiendo que hay una manera de hacer política que está basada en el rigor y en un proyecto de futuro claro. La incomodidad también puede estar en EH Bildu, por cómo hacer ver a la comunidad política que le sigue que lo de la independencia puede ser un discurso, pero que realmente están preocupados en otro ámbito de alianzas. Colocarse en el centro no necesariamente será cómodo para la izquierda abertzale, servirá para clarificar posiciones.
–Toda esta pugna se mezcla con los últimos ataques contra sedes de partidos políticos vascos...
–Es inexcusable e injustificable que EH Bildu no pueda decir que eso está mal. Hace dos años que ETA anunció su disolución y sigue estando pendiente un ejercicio de autocrítica del pasado por parte de la izquierda abertzale. ¿Tanto cuesta decir que matar estuvo mal o que está mal que se hagan pintadas a los partidos?
Incertidumbre y miedo
–Volviendo a la crisis del Covid, ¿es la situación más compleja que le ha tocado gestionar?
–Sí, porque estamos ante una crisis sanitaria que genera incertidumbre, miedo y angustia. Se trata de una pandemia global que además está teniendo afección en todo el ámbito socio-económico, por lo que sin duda es la crisis más díficil de gestionar.
–¿Se han cometido errores?
–Seguro que se han cometido errores, porque estamos ante algo desconocido e imprevisto que afecta a toda la humanidad. También hay muchas lecciones aprendidas que servirán para gestionar mejor una pandemia de este tipo en el futuro. La tensión asistencial que hemos vivido ha sido enorme, aunque en Euskadi no hemos tenido un caos. Tengo que subrayar la capacidad de asistencia sanitaria que ha ofrecido Osakidetza.
–¿Los profesionales sanitarios han estado desprotegidos?
–Hay que reconocer que, sobre todo en los primeros momentos, faltó material sanitario para proteger a los profesionales. Aunque es una carencia que se ha dado en todos los países.
–¿Llegó a temer un colapso del sistema sanitario?
–Vivimos un periodo de mucha tensión a finales de marzo, pero afortunadamente no llegamos al escenario más grave.
–¿La crisis sanitaria se puede dar ya por encauzada?
–Hemos levantado la emergencia sanitaria y estamos en un plan de vigilancia estrecha de casos y contagios. Los casos van descendiendo y no parece que la mayor movilidad haya cambiado esa tendencia. No puedo decir que la crisis sanitaria está superada, porque mientras no exista una vacuna deberemos convivir con la pandemia. Otra cosa es que podamos ir modulando aspectos de la vida cotidiana.
–Y tocará afrontar la crisis socio-económica que ya se deja notar.
–Es evidente que va a ser duro.
–¿Le preocupa que los ERTE se acaben convirtiendo en ERE?
–Me preocupa, y por eso es tan importante que Euskadi cuente con una planificación clara para asegurar las políticas sociales y favorecer la reactivación económica y el empleo los próximos años.
–¿En qué situación financiera afronta Euskadi esta crisis?
–Llegamos con los deberes hechos porque en los últimos años el Gobierno Vasco se ha gestionado con rigor y solvencia. Su situación financiera es absolutamente saludable.
–Aun así, el impacto de la crisis obligará a hacer ajustes presupuestarios. ¿Habrá recortes?
–No, en absoluto. Hemos destinado hasta el momento 1.550 millones de euros para un fondo Covid dirigido a personas, empresas y autónomos. Eso ha supuesto una readecuación de los Presupuestos de 2020. Pero no son recortes, al contrario, son medidas de apoyo.
–¿Pero en el futuro próximo podrían producirse recortes en el gasto público?
–El impacto negativo estimado en la recaudación en Euskadi está en torno a los 2.500 o 3.000 millones. Si vamos a contar con menos recursos, tendremos que saber priorizar. Pero esa priorización no va a ser identificable con recortes.
Euskadi, en la fase 2 de la desescalada
«La comunidad científica no se ha aclarado mucho sobre la pertinencia del uso de las mascarillas en el conjunto de la población. La semana pasada reivindiqué que, a mayor movilidad de las personas, mayor necesidad».
«Hemos planteado un paso a la fase 2 no con restricciones, sino con ampliación de los aforos permitidos. Algunos han sido atendidos y otros no. Pero nuestra idea era ir un poco más allá de lo que ofrecía el Gobierno».
«Este lunes por fin se podrá retornar a las aulas después de que se normativice desde el Gobierno español, algo a lo que se comprotieron de cara al día 18 y no cumplieron. Será una vuelta gradual y con garantías de salud».
«Ahora ya serán posibles reuniones de hasta quince personas. Las dos semanas anteriores quisimos ser precavidos y nos ajustamos a lo que decía el decreto de Sánchez, aunque él tuvo manga ancha en el Estado».
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