El curso político vasco arranca como acabó. El PP se mantiene firme en sus planteamientos de cara a la inminente negociación presupuestaria. O PNV y PSE aceptan acometer ahora una reforma fiscal para beneficiar a las clases medias, centrada en una bajada del IRPF, o los populares no apoyarán las Cuentas de 2020. Ésa es la condición que Alfonso Alonso puso sobre la mesa a finales de junio y es la que mantiene a día de hoy.
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El presidente del PP vasco es consciente de que su partido es el mejor posicionado para convertirse en socio presupuestario del Gobierno Vasco. Ni EH Bildu ni Elkarrekin Podemos se han mostrado muy predispuestos a pactar con el Ejecutivo y Urkullu sigue prefiriendo a los populares como primera opción. Así que Alonso quiere hacer valer esa posición para volver a arrancar a nacionalistas y socialistas una rebaja fiscal (como ya ocurriera hace dos años) con la que presentarse ante el electorado vasco en las elecciones autonómicas del próximo año.
Es cierto que a día de hoy el acuerdo parece lejano. Tanto PNV como PSE ya han repetido en varias ocasiones que están dispuestos a hablar de bajar el IRPF, pero no ahora -proponen dejarlo para 2020- y siempre a cambio de subir otros tributos para garantizar la recaudación fiscal.
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