Secciones
Servicios
Destacamos
La imagen de Arnaldo Otegi entonando el 'Gernikako arbola' en la Casa de Juntas de Bizkaia ayer en el 45 aniversario de la creación del ... Parlamento Vasco resulta una evocadora referencia del cambio que ha experimentado este país desde 1980. Euskadi vivía entonces bajo la presión terrorista de ETA y la Cámara autonómica era el primer fruto del Estatuto que la rupturista izquierda abertzale de la época deslegitimó y atacó. Los integrantes de aquel 'Parlamento vascongadillo', como lo llamaban despectivamente los dirigentes de HB, eran ayer homenajeados por el secretario general de EH Bildu, que hoy abraza el gradualismo posibilista.
Si la izquierda independentista ha realizado su giro copernicano no ha sido al margen de contradicciones. De entrada, sigue sin hacer una necesaria autocrítica de lo que fue la violencia y el proyecto totalitario que la impulsaba para negar el pluralismo vasco. Hoy sitúan el eje derecha-izquierda en el centro del debate para diferenciarse del PNV en ese terreno, no en el de la pureza soberanista. Esa la gran conclusión del nuevo paradigma que ha emergido tras la crisis de la identidad tradicional. No es que lo identitario haya desaparecido, pero se ha transformado. La ciudadanía está en otra onda.
La segunda variable pasa por el empeño del PNV en su última asamblea general de Atano III de realizar una catarsis interna para dar la batalla por el liderazgo. El nacionalismo institucional fue, junto al PSE, artífice de la institucionalización de la Euskadi moderna, un proceso que ha permitido, con la cobertura del Concierto, el progreso económico y social. Pero ahora necesita abrir un nuevo ciclo que le permita recuperar el espacio perdido, conectar con los nacionalistas desencantados y atraer a los jóvenes. No es nada fácil. La democracia liberal atraviesa una crisis profunda y la política tiene fatiga de materiales. Necesita nuevos estilos, una comunicación más directa, explicar las cosas complejas con más sencillez y practicar, de verdad, la humildad, sin tantos aspavientos teatrales. Los partidos como instrumentos de mediación necesitan reinventarse y esto va para largo.
La llegada de Aitor Esteban puede inyectar una notable dosis de paciencia histórica aunque a la vez tenga un punto débil: ¿dónde queda la ambición nacional para 'ilusionar' al nacionalismo sociológico? El nuevo presidente del PNV pidió ayer no generar frustración ni falsas expectativas con un discurso soberanista que puede resultar muy grandilocuente pero que tropieza con falta de masa crítica. Primero, en Euskadi, en donde cualquier salto cualitativo va a requerir una amplia mayoría social y política que en este momento no vibra con la pulsión nacional vasca. En segundo lugar, aceptando que la relación de fuerzas en España es la que es; la derecha no está por dar luz verde a un nuevo marco. Una reunión que mantuvieron Andoni Ortuzar y Javier de Andrés hace unos meses fue clarificadora al respecto. Los populares están convencidos de que Sánchez ya ha pactado con el PNV el 'reconocimiento nacional de Euskadi', que es el perímetro del futuro pacto estatutario. A partir de ahí, el derecho a decidir se deja 'ad calendas graecas', a la espera de que el rumbo de la historia, en Europa, posibilite en algún momento impulsar el asunto con una ley de Claridad a la canadiense. Bastantes problemas tiene hoy la UE como para abrir ahora en canal el melón de las fronteras.
La tercera pata del triángulo es el socialismo vasco liderado por Eneko Andueza, que aspira a tener papel protagonista en la nueva etapa en línea con el protagonismo que tuvo el PSE en la génesis del proceso autonómico. En el espejo, el socialismo catalán, que hoy manda mucho en el PSOE y que se ha envuelto hace bastante tiempo en la bandera del federalismo plurinacional de España. Atención al concepto, un enfoque distinto a la hora de entender la diversidad del Estado que genera sarpullidos en la derecha pero que puede dar que hablar a partir de ahora.
En el principio de realidad confluyen las tres sensibilidades clásicas que pueden alumbrar un nuevo pacto por el autogobierno y que han terminado sus congresos. Los acuerdos 'entre diferentes' nos acercan a la gobernanza europea con gobiernos de coalición PNV-PSE y con dinámicas triangulares en perspectiva que posibilitarán pactos a varias bandas sin que nadie se rasgue las vestiduras. EH Bildu jugará a la geometría variable y si desgasta el acuerdo PNV-PSE, miel sobre hojuelas para sus intereses, Sin duda, difícilmente se vuelva a repetir el frentismo unilateral y la hiperventilación de antaño. A nadie interesa estos señuelos del ayer. Es lo que hemos aprendido de nuestro pasado más traumático. El fiasco del procés catalán nos enseña, además, algunas cosas que no debemos repetir. La segunda Transición acaba de empezar casi de puntillas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La juzgan por lucrarse de otra marca y vender cocinas de peor calidad
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.