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Irene Montero interviene este sábado en la Asamblea Ciudadana de Podemos celebrada en la Casa de Campo en Madrid. EFE
Opinión

La izquierda fratricida

Entre líneas ·

El divorcio total entre Podemos y Sumar complica considerablemente a Sánchez su apuesta por reeditar la coalición progresista

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 13 de abril 2025, 00:03

El espacio de la izquierda del PSOE atraviesa una considerable convulsión. Los aires de confrontación entre Podemos y Sumar reflejan un ambiente cainita que resulta ... desgarrador. Introduce una interferencia muy virulenta en la proyección de claro 'avance social' que intenta transmitir Sumar en su gestión pública. El veto de Podemos a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, refleja el viejo dicho de que la venganza, en política, se sirve en un plato frío. Diríamos que helado. Muy atrás queda el encuentro del polideportivo Magariños, el 2 de abril de 2023, cuando nació la marca política Sumar y lo hacía sin el concurso de Podemos por falta de acuerdo en el mecanismo de primarias. A esos polvos, estos lodos.

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A día de hoy el proyecto Sumar afronta serios nubarrones a pesar de que cuenta con cinco ministerios y una vicepresidencia segunda. Podemos denuncia que terminarán dentro del PSOE, como otras corrientes procedentes de Izquierda Unida. Ellas y ellos se revuelven indignados y lo niegan. Las sombras de Nueva Izquierda (Diego López Garrido y Cristina Almeida, entre otros) y de Santiago Carrillo aún pesan como fantasmas malditos en la memoria de los morados, que nacieron en 2015 al calor de los movimientos sociales, dieron una gran sacudida al tablero y forzaron la llegada de Sánchez al frente del PSOE frente a la 'vieja guardia'. Hoy extreman su voz para sacar la cabeza.

Por si fuera poco, el anticipo de que la candidata de Podemos a las generales será Irene Montero resulta bastante elocuente de este clima fratricida. La exclusión de Podemos en el Magariños provocó estas consecuencias funestas para la izquierda española. Aquella ruptura emocional, de consecuencias irreversibles, se inició entonces.

Díaz ha buscado envolverse en la bandera de los logros sociales. Los datos de creación de empleo, la menor precariedad, el aumento claro del SMI, la última disputa para que no tribute y la reducción de la jornada laboral, con sus altibajos y contradicciones, integran una más que sólida hoja de servicios que Podemos minusvalora con una considerable arrogancia. La formación ha decidido estar en 'modo resistencia' pasando frontalmente al ataque, lo cual introduce un factor de crispación frente a una estrategia como la de Sumar. que pretendía envolver los cambios de calado en el celofán del guante blanco y la amabilidad escenográfica. Transformaciones en el BOE y con una sonrisa. La imagen de Iglesias arrojando bruscamente el micro de Vito Quiles tras llamarle «fascista» pone el contrapunto en el mensaje.

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Izquierda Unida, expectante

La izquierda del PSOE necesita reconstruirse pero las facturas personales bloquean el debate y la terapia. En estas coordenadas, solo la habilidad e inteligencia de Antonio Maíllo, coordinador general de IU, puede alumbrar un atisbo de luz al final del túnel. Eso sí, nunca sabremos de verdad si ese foco es el del tren que viene de frente y que nos lleva por delante. Maíllo lo va a tener muy complicado por mucha voluntad que ponga y buenos consejos que haya recibido de Alberto Garzón, buen conocedor de Iglesias y de Díaz y que podría escribir un tratado sobre el culto a los egos de determinados compañeros de viaje.

El pulso entre las almas de la izquierda reproduce la histórica disputa de las esencias en el campo del socialismo y del comunismo en Europa. Un conflicto ideológico entre puros y blandos, firmeza y flexibilidad, que nos remonta a la II Internacional y a los eternos choques entre bolcheviques y mencheviques. Los 'socialfascistas' que denunciaban a los comunistas de los años 30. La división se asocia a fragmentación y a derrota segura.

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Esta ruptura complica mucho los números a Pedro Sánchez para poder reeditar una «mayoría de progreso» junto a Sumar, Podemos, PNV, Junts, ERC, EH Bildu y BNG. Por si fuera poco, la discrepancia sobre lo que supone el gasto en seguridad y defensa en el actual contexto de incertidumbre sitúa al debate en un terreno realmente incómodo para buscar un encaje de bolillos.

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