Borja Sémper, que estuvo allí
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Es muy posible que frente al carácter tangible de un documento que recoge tu domicilio, horarios y rutinas con el objetivo de quitarte de en medio, las vaguedades evanescentes encerradas en las soflamas sobre la aniquilación de España palidezcan hasta el punto de no colar.
Borja Sémper ya emitía periódicamente señales de agotamiento en el seno de una formación política que ha paseado a sus representantes vascos por escenarios mitineros en toda España, pero que en su actual versión se siente incómoda con esos mismos líderes. Cabe suponer que para un Sémper que se negó a sumergirse en el sentimiento trágico de la vida con ETA en activo, resulte un tanto absurdo adoptar cada mañana el tono agónico del discurso apocalíptico de los que, a falta de discurso, tienen homilía.
Este portazo certifica el triunfo de los pelmazos en el ámbito de la política. Además de su disidencia de las terribles admoniciones y los sermones del púlpito sobre la que tantos y tantos prosperan, a Sémper le singulariza su condición de ameno. A diferencia de lo que ocurre con la gran mayoría de sus compañeros, fuera y dentro de las siglas del PP, del presidente del PP guipuzcoano se podrán decir muchas cosas, excepto que resulte aburrido.
Sus incursiones literarias, a través de un poemario y de un libro de memorias-reflexiones, permiten descubrir a un versificador reguleras, a un teórico político normalito en lo liberal y a un narrador excelente. Lo mismo parlotea de libros que de arquitectura, que del modelo cultural malagueño. Y en especial, de su admirado Manuel Chaves Nogales, emblema de esa 'tercera España' que hoy, como entonces, no termina de existir más allá del imaginario de un puñado de devotos. Sus reivindicaciones de este espacio han de leerse como incursiones en el terreno de la ficción.
Su marcha supone el fin de una etapa: la que inauguró una generación de militantes del PP que se incorporó al partido de la mano de un Gregorio Ordóñez, de cuyo asesinato se cumplirán 25 años dentro de unos días. Una exposición en Donostia rememorará dentro de unos días su figura y tras la salida de los Basagoiti, Quiroga, Ramón Gómez y algún otro, la de Sémper cierra un círculo. Aún no se sabe bien cuál, aunque se intuye.
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