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Es el dedo, estúpido

La ausencia del presidente en el pasado debate forma parte de un modelo de hacer política en el que el gesto no apunta a nada que esté más allá de sí mismo

Domingo, 1 de noviembre 2020, 09:44

De caos han tachado juristas y políticos de prestigio la situación que se ha creado a raíz de esta ya tercera declaración del estado de alarma en nuestro país. Y, visto cómo se desarrolló el pasado jueves el debate del Congreso sobre su prórroga, resulta ... casi de pura honradez intelectual sumarse a ellos. Al margen de los proponentes, ninguno de los otros grupos que la apoyaron pudo dejar de expresar sus dudas. O la duración de seis meses les parecía excesiva o no les gustaba que se le hurtara a la Cámara tanta facultad de control o consideraban escasas e inseguras las facultades que se delegaban a sus respectivas comunidades. Sea por lo que fuere, flotaba en el aire una sensación de indeterminación e incertidumbre que nada bueno auguraba. Tan revueltas las cosas, no me parece oportuno contribuir, con mis impertinentes comentarios, a incrementar la confusión que, como una ola, ha inundado a la ciudadanía. Dejaré, pues, al discurrir de los hechos el desenlace de este presunto caos y me centraré en otro punto que, por banal que parezca, constituye el meollo de lo que ocurre en la política española. Partiré de un hecho que fue reproche casi unánime en el debate: la ausencia del presidente del Gobierno.

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