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Confiesan que la pandemia ha trastocado sus rutinas. Las rutinas de vivir entre dos ciudades, es decir, de desplazarse todas las semanas unos 400 kilómetros para ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Porque su 'oficina' es el Congreso de los Diputados. ... Lo cuentan Joseba Agirretxea (PNV), Mertxe Aizpurua (EH Bildu), Odón Elorza (PSE), Pilar Garrido (Podemos Euskadi) y Bea Fanjul (PP).
Joseba Agirretxea (PNV)
«Nuestras vidas se trastocaron con el inicio de la pandemia, aunque vamos a mejor», asegura Joseba Agirretxea. El diputado guipuzcoano del PNV fue adaptándose a la 'nueva normalidad' en hábitos cotidianos, como en la forma de desplazarse a Madrid: «Con un solo vuelo desde Hondarribia era complicado y muchos empezaron a viajar en coche, pero yo elegí el tren... Soy muy de transporte público. Recuerdo que una vez fui solo con el maquinista hasta Miranda de Ebro; el revisor ya me avisó: 'vais dos'». Muchas semanas deja Donostia el lunes y regresa el viernes, cuando antes lo más habitual era de martes a jueves. Y allí se aloja en un hotel junto a otros dos compañeros de los seis que conforman su grupo. Así lo lleva haciendo años. Siempre ha buscado estar cerca del Congreso porque «en Madrid no hacemos vida de hogar, son días intensos, metemos muchísimas horas, casi no salimos del recinto, ni siquiera para comer». Y, de hecho, almuerzan en las cafeterías de la Cámara. Cuenta que antes salían más, comían un menú en bares cercanos por eso de desconectar... «Pero aquí no venimos de vacaciones», reconoce. Las cenas suelen ser rápidas, en dos o tres sitios de confianza. «Seguro que en Madrid hay miles de lugares mejores, pero tampoco es cuestión de coger un taxi para irte lejos... Y, además, hemos formado una especie de hábitat en un entorno del que casi no salimos: hotel, Congreso y lugares de cena, un radio de acción casi más pequeño del que tengo en Donosti», bromea.
Agirretxea se mueve con su gente, aunque reconoce que las relaciones con el resto de diputados son cordiales. Las tardes que tiene algún rato libre y, sobre todo ahora, en primavera, aprovecha para patear Madrid. Muchas veces lo hace con Mikel Legarda, en alguna ocasión por la zona del río Manzanares... «Pero poco más, aquí no estás con el chip de turista. Tanto en lo político como en lo personal venimos a Madrid para volver », concluye.
Mertxe Aizpurua (EH Bildu)
Como al resto de diputados vascos, la pandemia también ha afectado de lleno a su vida. Para empezar, por los traslados. A Mertxe Aizpurua no le gusta conducir y prefiere el avión, pero con un solo vuelo diario, muchas semanas también se ve obligada a quedarse en Madrid de lunes a viernes. La portavoz de EH Bildu vive en aparthotel: «Está cerca del Congreso y es cómodo; un hotel te queda muy limitado, vas a dormir y ya está, pero de esta manera el espacio parece que es más tuyo, más conocido y además me da la posibilidad de desayunar y cenar 'en casa' porque hacerlo siempre fuera me cansa». De hecho, aprovecha las noches para comer sano, «purés de verduras, ensaladas...»
La diputada usurbildarra reconoce que los diputados «meten muchas horas» por lo que les queda poco margen para disfrutar del ocio de Madrid. «Es una ciudad que me gusta, abierta, con muchos jardines y una oferta cultural increíble. A veces voy al teatro o al cine, y siempre hay buenas exposiciones. Al salir del Congreso solemos ir a tomar una cerveza para desconectar y hablar de cosas que no sean política. Algo que hacemos todos», explica. Así, al acabar la jornada, y en un ambiente más distendido, su grupo suele hacer piña con gallegos y catalanes. «Es divertido, se crea un universo de lenguas y de acentos diferentes que me encanta. Antes del Covid solíamos coincidir en los bares cercanos a la Cámara con gente de otros partidos, y era una manera de empatizar con diputados con la que una hora antes habías peleado... Se humanizaba el ambiente. Ahora es más difícil», afirma.
Odón Elorza (PSE-EE)
Si antes viajaba en avión a Madrid, ahora lo hace en su propio coche. Y allí, Odón Elorza se aloja siempre en hotel. «En estos años he cambiado tres veces de alojamiento, sobre todo buscando comodidad, cercanía y mejor precio». Sus días son muy rutinarios. A la hora del almuerzo, al diputado socialista le gusta variar, no tiene un lugar fijo, y siempre depende del tiempo del que disponga: «O como algo rápido en el propio Congreso o si tengo tiempo busco un lugar diferente, pero en función de la tarea y de que esté cerca del Parlamento. Y siempre platos ligeros para no volver al trabajo con el estómago pesado. Esto es importante», bromea. Eso sí, las cenas las hace en el hotel. Llega tarde, muchas veces a las nueve de la noche, y prefiere estar tranquilo. Y solo. Toma algo frugal mientras ve algún informativo, «como si estuviera en su casa», admite.
Además de las jornadas de pleno de doce horas, el ex alcalde donostiarra cuenta que se organizan un «montón de comisiones. Al contrario de lo que piensan algunos, tenemos poco tiempo libre». No obstante, sí dispone de ratos de ocio en una ciudad «muy grande, ruidosa y no placentera», aunque la gente es «maja y muy abierta». Cuando tiene tiempo se priva de cenar para ir al cine. Se confiesa «muy cinéfilo», es una de sus pasiones. Busca una buena película y desconecta. Otra de sus aficiones 'madrileñas' es pasear por el Retiro o acercarse al barrio de Malasaña, su 'segunda' Parte Vieja. «Es un barrio castizo y me siento casi como en San Sebastián», asegura. Lo que tiene claro es que prefiere pasar este tiempo de disfrute en soledad: «Es el momento de descansar. También suelo comer sin compañía porque si no seguiríamos hablando de lo mismo... Trato de no saturar mi plan de vida estando permanentemente con otros diputados o diputadas ».
Pilar Garrido (Podemos Euskadi)
La vida de Pilar Garrido en Madrid es completamente opuesta a la de Odón Elorza. A ella le gusta la compañía. Siempre. Cuando aterrizaron en el Congreso, los cargos vascos de Unidas Podemos tuvieron claro que querían hacer vida en común y decidieron alquilar «un piso 'tipo Erasmus' para compartir», bromea. Lo convirtieron en una especie de Euskal Etxea para hacer comunidad allí: «Fue una experiencia bonita». Pero llegó el coronavirus y trastocó las rutinas: no podían desplazarse a Madrid tan a menudo, más bien poco. «Había que pagar el piso todos los meses, y pensamos que lo más responsable era dejarlo. Creíamos que el Covid acabaría en septiembre y volveríamos a alquilar otra casa... Pero no ha sido así».
Hoy, la diputada vasca de Elkarrekin Podemos se organiza sobre la marcha. «Ahora me alojo en un hotel y todo es más frío y triste. Diferente. Antes volvías a tu casa, con tu gente», cuenta. Sin embargo, en los almuerzos disfruta de buenos momentos en compañía: «Comemos juntos, normalmente en el Congreso, hacemos mucha vida allí y no solo con gente de nuestro grupo, también con políticos de otros partidos, y técnicos que trabajan allí y periodistas.... Hay buen ambiente».
Uno de los propósitos que se plantea cada año nuevo la también miembro de la ejecutiva de Unidas Podemos es aprovechar más la ciudad, sobre todo su oferta cultural, pero, en realidad, lo único que hace es ir de vez en cuando a algún espectáculo o a charlas que le interesan o simplemente tomarse una caña con un pintxo. Un plan que le resulta agradable. Porque a Pilar Garrido le gusta Madrid. «La verdad es que no nos sobra tiempo y disfruto poco de una ciudad que me encanta, que es amable, grande también, pero muy acogedora», confiesa. El problema son los desplazamientos. Ella combina tren y avión, viajes que aprovecha para trabajar y leer cosas atrasadas.
Bea Fanjul (PP vasco)
Desde que se convirtió en diputada por Bizkaia, Bea Fanjul decidió que viviría en un piso. Y así lo hizo: alquiló uno pequeño cerca del Congreso. «Es una casita cómoda y más acogedora que un hotel. Muchos diputados dicen que les resultaría incómodo vivir de alquiler porque tienes que ocuparte de la casa, pero a mí me relaja tenerla en orden y planchar...», explica esta bilbaína de 29 años, que a diario come y cena fuera porque la cocina no es lo suyo, y viaja siempre sin maleta: «Tengo mi ropa en Madrid y como tengo la suerte de tener una hermana gemela cuando vuelvo a Bilbao utilizo la suya». Viaja a la capital de lunes a viernes porque como presidenta de Nuevas Generaciones, muchos jueves por la noche imparte charlas en colegios mayores. Su vida, reconoce, es diferente a la de cualquier diputado, «mi agenda es distinta. Cuando salgo del Congreso, aprovecho para quedar con gente que no conozco». Y lo explica: «En redes sociales procuro promocionar a chavales emprendedores que han montado un negocio de ropa o de mascarillas... No tengo ningún reparo, y jamás he tenido un problema en quedar con gente que me escribe porque quiere conocer a un político y con la que me puedo tomar unas cañas». Y eso que Fanjul, una de las diputadas más jóvenes, dice no haber conocido aún la ciudad de Madrid «de la que todo el mundo habla; la divertida, la de la noche... Pero está el Covid y, además, me meto mucha caña y acabo agotada».
En su corta experiencia en el Congreso, Fanjul lamenta el momento tan efervescente que está viviendo. «La política es preciosa cuando es vocacional, pero nunca imaginé que en el hemiciclo se insultara. Es inaceptable y los ciudadanos no lo entienden». En este sentido, aprecia a políticos de otros perfiles que intentan tender puentes para «acabar con esto». Y señala a Roberto Uriarte, «es un señor, como lo es Aitor Esteban».
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