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Dominio independentista

Para ver más clara la Cataluña política es aconsejable no dar por vencedor a ERC; ni confiar en que se trata de un grupo más sólido que el guirigay posconvergente

Sábado, 3 de octubre 2020, 08:33

La inhabilitación de Joaquim Torra a causa de una desobediencia nimia, la orfandad de las tibias protestas que la resolución del Supremo ha generado en Cataluña, y la compasiva despedida institucional que en su calidad de invitado le brindó el Parlament trazan la estampa de ... un unilateralismo amortizado sin remisión. Un presidente autonómico al que ni él mismo se tomaba en serio abandona la escena sin siquiera gozar de la honorabilidad del sacrificado. El independentismo –el gobernante y el otro– se ha mostrado como si en realidad se hubiese quitado una carga de encima. Pero a medida que se acercaba el día de la inhabilitación los cuatro grupos políticos en que se divide el secesionismo fueron percatándose de que no saben a ciencia cierta cómo afrontar el día de la verdad. El de la convocatoria de unas elecciones que Roger Torrent fijó ayer el 14 de febrero como muestra del desbarajuste en el que flotan los socios de la Generalitat. Porque, de entrada, el presidente del Parlament da por descontado que sus consultas para explorar la posibilidad de un candidato que aspire a relevar a Torra son tiempo perdido. Amortizado el unilateralismo secesionista incluso como farol, el vértigo que suponía salirse de la España constitucional da paso a otro no menos angustiante para el independentismo: volverse de facto autonomista.

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