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Empatía

Análisis ·

Ese hueco que queda entre el rigor de la ciencia y el cálculo de la política se llena por el sentimiento de empatía que se traduce en responsabilidad y solidaridad

Domingo, 13 de diciembre 2020, 09:43

Con temor y temblor me figuro que habrán tomado las autoridades la decisión de relajar las restricciones en la batalla contra esta pandemia que no cesa. Lo comprendo. Pese a que las cifras no aconsejaban relajación, sino contención, las fechas de Navidad y Año Nuevo ... casi obligaban a abrir una espita por la que se desahogara toda la presión acumulada durante los meses de anomalía social que hemos vivido. Ya el tono con que lo anunció el lehendakari transmitía, más que convicción o contento, resignación. Según se había dicho en los medios, la unanimidad no reinaba en el LABI, que se debatía entre el respetado rigor epidemiológico y el despreciado cálculo político. No podía ser de otro modo. Cuando se trata de cohonestar intereses encontrados y la ciencia se mueve en terreno movedizo, el rigor o, quizá mejor, el rigorismo corre el riesgo, a la hora de adoptar decisiones, de recetar remedios peores que la enfermedad. Científicos y políticos están viéndoselas con un factor tan versátil como es la conducta humana, que, en situaciones de angustia, reacciona de manera imprevisible. Manda el principio práctico, con perdón del oxímoron, de que lo mejor es enemigo de lo bueno. Por desgracia, en situaciones como la presente, una vez visto el resultado, es cuando puede dirimirse el acierto o el desacierto de la decisión tomada. Hasta la prudencia corre riesgos.

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