Urgente Cortada la N-121-A por una colisión entre dos camiones que deja dos heridos graves
Don Juan Carlos en la inauguración del Guggenheim, en 1997. ETA asesinó a un ertzaina que frustró un atentado contra el monarca. fotos EFE

El fuerte y turbulento vínculo vasco

El monarca conoció Euskadi en su niñez, tuvo una relación de altibajos con el PNV y ha sido un asiduo de la alta cocina tras abdicar

octavio igea

Miércoles, 5 de agosto 2020, 05:58

Que se sepa, la última visita que el rey emérito realizó a Euskadi tuvo lugar hace justo dos años. Juan Carlos I se dejó ver (y fotografiar) disfrutando de la Semana Grande de San Sebastián junto a la infanta Elena. Comida en Arzak ... y toros en Illunbe, dos citas habituales en su agenda de cada verano. Aunque aquel de 2018 no fue un paseo cualquiera. El monarca eligió la capital guipuzcoana para reaparecer unos días después de que trascendiesen las escuchas telefónicas a Corinna Larsen en las que se atribuía al exjefe del Estado cuentas en Suiza y otras supuestas irregularidades.

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No es descartable que Juan Carlos de Borbón haya viajado posteriormente, de forma más discreta, al País Vasco. Casi podría darse por hecho, aunque no haya referencias. El monarca ha desarrollado un fuerte vínculo con Euskadi desde la adolescencia, cuando cursó sus estudios de bachillerato interno en el palacio donostiarra de Miramar y veraneaba en La Concha. Lo consolidó durante su reinado, en los años más duros del terrorismo, y lo ha sabido mantener en la senectud. Nunca ha escondido, y menos tras su abdicación, su querencia por la alta gastronomía y la cultura vasca. Al contrario.

Durante su mandato, el monarca realizó más de una veintena de viajes oficiales a Euskadi. Principalmente, para mostrar su apoyo a la sociedad vasca y a las fuerzas de seguridad que combatían a ETA. También en catástrofes como las inundaciones de Bilbao. Con la entrada del nuevo siglo, escenificó su respaldo al desarrollo económico y cultural. Juan Carlos de Borbón inauguró, entre otros, el Guggenheim, Chillida Leku, el Basque Culinary Center y el Artium. También la Torre Iberdrola y reformas de las plantas de Fagor y Mercedes-Benz. O la de la empresa Guardian de la familia Delclaux y, más recientemente, la nueva bodega de Vega Sicilia.

La estrecha relación que Juan Carlos I ha mantenido con un selecto grupo de empresarios vascos y otros profesionales de reconocido prestigio también ha sido indisimulada. No hace tanto que se le vio compartiendo mesa y mantel con Rafa Nadal y los dos médicos alaveses que tratan al exjefe del Estado desde hace años. El traumatólogo Mikel Sánchez y el odontólogo Eduardo Anitua han entrado en el círculo más intimo del monarca. Otro restaurante vitoriano de copete, el Ikea, también le reunió en 2015 con Iñigo Urkullu. El rey emérito había mantenido una relación cordial con el PNV hasta que un año antes el lehendakari se declarara republicano.

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La infanta Elena y don Juan Carlos, en la plaza de toros de Illunbe, en 2018.

Un giro histórico que tampoco ha acabado por romper amarras pese a la sombra de la corrupción que amenaza a la Corona el último lustro. Xabier Arzalluz, durante su época al frente del EBB, hablaba de «accidentalismo» para definir esta relación porque, según decía, «si hubiera un presidente de la República nunca sería del PNV». A los medidos silencios del nacionalismo, Juan Carlos de Borbón respondió con gestos de calado. Como el de 1991, cuando el Rey visitó en su caserío de Ataun a José Miguel de Barandiaran, padre de la etnología vasca. En 2004, en plena tormenta política por el plan soberanista de Ibarretxe, el monarca abrazó efusivamente al jefe del Ejecutivo vasco durante un acto público en Vitoria. Aquel guiño hizo enfurecer a Rosa Díez, entonces en el PSOE, que reprochó al jefe de Estado sus «risas complacientes».

La 'peineta' en Santa María

Aunque el dirigente del PNV con el que Don Juan Carlos trabó una mayor complicidad fue Iñaki Azkuna. El Rey visitó al alcalde de Bilbao en su domicilio en 2014 apenas unos días antes de su muerte. Lo hizo aprovechando la inauguración de un foro económico mundial en la capital vizcaína que provocó graves incidentes en la villa. Los antisistema siempre han encontrado en Euskadi la colaboración de la izquierda abertzale en sus actos de repulsa a la Corona. Desde el primer día.

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Inauguración del Foro Económico Mundial de Bilbao, en 2014

El primer viaje oficial de Juan Carlos de Borbón a Euskadi como Rey se produjo a los seis años de su proclamación, en 1981. Visitó la Casa de Juntas como gesto de reconocimiento al autogobierno vasco en un momento muy convulso. ETA mantenía secuestrado al ingeniero jefe de la central de Lemoiz, José María Ryan, y lo asesinó pocos días después. Cuando el Rey tomó la palabra en Gernika fue interrumpido por los parlamentarios de HB entonando el 'Eusko gudariak'. No pararon hasta que fueron desalojados por los 'berroci'. Entre ellos estaba Jon Idigoras, que visitó La Zarzuela en 1993. Ocho minutos de encuentro, «la primera vez que me pongo traje y corbata desde mi boda», confesó el histórico líder abertzale.

En Gernika mantuvo la compostura, pero el jefe del Estado no lo consiguió en Vitoria en 2004. En una visita a la catedral de Santa María, Juan Carlos I respondió a un grupo de protestantes antimonárquicos con una 'peineta' que aún se recuerda. Lo que tampoco se olvida en la capital alavesa es que en su larga lista de escapadas a Euskadi el exjefe del Estado nunca se dejó ver con Iñaki Urdangarin y su familia política. Ni en la época dulce que precedió a la tormenta. La de uno y la de otro.

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