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Centraré mi análisis en el debate televisivo del miércoles, el primero y último de la campaña de Madrid. Lo más sorprendente fue la benevolencia con que lo trataron los medios. Diríase que, a quien ha estado tiempo comiendo bazofia, hasta el rancho cuartelero le sabe ... a gloria. Y es que, habituados como estamos a las cutres trifulcas del Congreso, hemos constatado que las televisiones han logrado imponer más respeto que el Parlamento. No fueron tan frecuentes los insultos ni tan gruesos los improperios, y los contendientes se atuvieron, mal que bien, al guion que dictaban los moderadores. Pero sería en exceso generoso calificar el debate con algo más que un raspado aprobado.

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diariovasco El gran error de un debate mediocre