El investido lehendakari, Imanol Pradales, es un estilo de político que me gusta. De esos que huyen del fanatismo y del dogmatismo. Centrados con humildad en la gestión del día a día sin caer en la soberbia de sentirse un nuevo Moisés dirigiendo al pueblo ... elegido a través del Sinaí camino de la Tierra Prometida. De esos tenemos suficientes, incluso diría que su número es excesivo.
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En su programa se ha autoimpuesto los 'trabajos de Hércules'. Nada menos que 1.000 iniciativas para unos escasos 1.460 días de legislatura. Un día y medio por iniciativa para cumplir con todas ellas. No se las cuento porque no me ha dado tiempo a leerlas todas, pero las que he leído me parecen bien en general. La mayoría oportunas y necesarias, algunas pocas redundantes y muy pocas innecesarias. Siempre es mejor comentar los logros que las intenciones, así que tendremos tiempo para glosar el grado de avance. De momento tiene su crédito intacto.
Me preocupa más, y la verdad me sorprende bastante, que ayer no hiciera mención a dos temas que considero muy relevantes. Pasó muy por encima y demasiado lejos del Concierto Económico. Me resulta ocioso hablar del nuevo estatuto mientras olvidamos el mejor instrumento de nuestra relación con Estado cuyas potencialidades, sorprendentemente, no exploramos. Aunque la mayoría de las materias son responsabilidad de las diputaciones, el Gobierno Vasco debería liderar su actualización allá donde sea necesario, pero sobre todo su uso y su puesta al servicio de la creación de riqueza y empleo.
También me sorprende que no mencionase al AVE, la gran infraestructura inconclusa y siempre postergada que es la mejor iniciativa para nuestro desarrollo social y económico.
Por lo demás da la impresión de que la actividad económica es una prioridad, que va a mimar a la industria, que quiere estimular nuestra potencia de fuego empresarial y que aborrece de los enfrentamientos que algunos provocan en las relaciones laborales. Ahí tiene mucho trabajo por hacer, todo él muy necesario.
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Me gustó el apoyo que prometió a nuestras grandes empresas, que son la base de nuestra economía y la garantía de nuestro futuro y por eso no entendí bien los circunloquios que utilizó para apoyar la actividad de Petronor.
En resumen, empezamos bien. Un triple deseo: que dure la intención, que le apoyen en su partido, que no le pongan trabas sus socios de gobierno y que le respete la oposición.
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