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Alberto Surio
Miércoles, 9 de abril 2025, 18:28
El lehendakari Imanol Pradales ha homenajeado públicamente este miércoles al exlehendakari Carlos Garaikotxea después de mantener un encuentro privado con él en Pamplona. El precedente ... de esta entrevista fue el saludo el pasado 31 de marzo, en la celebración por el 45 aniversario de la creación del Parlamento Vasco, cuando saludó a Garaikoetxea, quien, tal día como ese hace 45 años, juraba el cargo en la Casa de Juntas de Gernika. «Tras casi 40 años de dictadura y represión, Euskadi comenzaba una nueva etapa, marcada por la ilusión y la esperanza, pero también por las dudas y la incertidumbre. No era para menos. Tocaba levantar un país y un Gobierno en una situación de máxima inestabilidad y crudeza, con un riesgo de involución democrática evidente», ha afirmado Pradales en las redes sociales Se prevé la celebración de un gran homenaje a Garaikoetxea el próximo 16 de junio.
Pradales recuerda que aquel año, 1980, la violencia de ETA «alcanzó su macabro techo histórico» con casi un centenar de personas asesinadas, mientras que grupos de extrema derecha como el Batallón Vasco Español, la Triple 'A' o GAE mataron a casi 20 personas en Euskadi. En su opinión, los sectores más reaccionarios, herederos del Franquismo, fomentaban e instrumentalizaban la violencia y la inseguridad, instando a los militares a 'poner orden', lo que desembocó al poco tiempo en el 23F.
A los pocos meses de ser nombrado lehendakari Pradales señala que una explosión de gas en un colegio de Ortuella se llevó la vida de 50 escolares de entre 5 y 6 años, y de 3 adultos, «en una de las tragedias más duras que ha padecido nuestro pueblo». También tuvo que lidiar con las inundaciones de 1983, que dejaron 34 víctimas mortales y cuantiosísimos daños materiales.
«A ello hay que sumarle el impacto de las crisis económicas del petróleo de 1973 y 1979 y el declive de nuestra industria, entre otros. El propio Garaikoetxea lo resumía sin paños calientes en distintas entrevistas en las que rememoraba aquella época: «El país estaba destrozado en todos los órdenes: cultural, lingüístico, infraestructural, económico, sometido a un expolio fiscal tremendo… había que darle una medicina de urgencia».
El lehendakari partía de cero, con todo por hacer, máximo responsable de un Gobierno sin estructuras, personal, sede, capital, ni recursos suficientes. La Comunidad Autónoma Vasca nacía sin autogobierno económico y absolutamente desequilibrada en este sentido, con dos Territorios Históricos, Bizkaia y Gipuzkoa, dependientes de la Hacienda estatal, y el tercero, Araba, con Concierto Económico y Hacienda Foral.
«La visión política, la habilidad negociadora y la buena sintonía de Garaikoetxea con Adolfo Suárez, clave para desencallar desencuentros y puntos de fricción, permitieron alcanzar un acuerdo para restablecer el Concierto para Euskadi en diciembre de 1980, pocos días antes de la dimisión de Suárez, aunque no sería aprobado de forma definitiva hasta mayo de 1981.
El lehendakari ya había tenido un papel decisivo en las negociaciones para aprobar el Estatuto de Gernika en 1979. Pero, en opinión de Pradales, el autogobierno de Euskadi fue degradado y erosionado desde su nacimiento, con leyes orgánicas y de bases aprobadas en las Cortes que vulneraban las competencias vascas, primero, y después con otras como la LOAPA. Una pulsión centralizadora que se convertiría en una constante en las siguientes décadas y que todavía hoy padecemos.
No todas las presiones y amenazas venían de fuera. En Euskadi, hubo quien apostó por el 'todo o nada', criticando por «tibios» o por «venderse por un plato de lentejas en Madrid», cuando no atacando frontalmente, los esfuerzos de quienes trataban de poner en pie el autogobierno vasco. «En ese momento había que tener pulso fino para hacer política real y no sólo política de proclamaciones y de objetivos estratégicos, que eso es fácil; lo difícil es decir cómo se llega a un objetivo estratégico», evocaba en 2010 Garaikoetxea.
En definitiva, «había un entramado institucional por desplegar, una economía por revitalizar, y un estado del bienestar por construir. Había que tomar decisiones de calado, hacerlo rápido, y en un contexto muy adverso. La cuadratura del círculo.» En su opinión, Garaikoetxea, hombre de gran formación y cualificación, se rodeó de personas de enorme valía para lograrlo: Pedro Miguel Etxenike, Mario Fernández, Pedro Luis Uriarte, Luis Mari Retolaza, Ramón Labayen, Javier Caño, Carmelo Renobales, Jesús Agirre, Félix Ormazabal, Xabier Lasagabaster, José Luis Robles, Carlos Blasco y Javier García Egotxeaga.
Según Pradales, un 'dream team' del nacionalismo democrático vasco, desde la colaboración público-privada, no tardaría en hacer realidad hitos de calado: en aquellos años nacerían la UPV/EHU, Osakidetza, la Ertzaintza, EITB o el Ente Vasco de la Energía; se aprobó la Ley del Euskera y se apoyó el euskera batua, además, se pondrían las bases de la política industrial y del Sistema Educativo Vasco poniendo en marcha, entre otros, el decreto para regularizar las ikastolas. 'Ezina, ekinez egina'.
Su trabajo «permitió sentar los cimientos de la Euskadi actual, un país moderno, competitivo y avanzado, que nos han permitido a quienes hemos ido tomando el testigo disponer de herramientas para seguir creciendo en prosperidad y en bienestar. Capacidades que tenemos que seguir fortaleciendo y ensanchando porque, aunque hemos mejorado en casi todos los ámbitos, cada generación tiene sus propios desafíos e incertidumbres.» «Encarémoslas con la misma determinación, autoexigencia y acierto de aquellas personas que dieron lo mejor cuando todo estaba por hacer», ha señalado.
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