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Jojan Andrés Murillo, ciudadano español originario de Colombia, falleció el pasado 29 de enero de un disparo en el pecho en la calle Sinesio Delgado ... de Madrid, uno de los ejes viales del noroeste de la ciudad. El joven de 26 años, inmerso en una investigación judicial por presunto tráfico de drogas, conducía un Seat León de color blanco cuando un vehículo policial camuflado que le perseguía le dio el alto de forma brusca a la altura del número 16, en la esquina con la calle Finisterre. Eran las 13:52 de la tarde.
Dos agentes integrantes del Grupo XVIII de la Udyco, la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Brigada de Policía Judicial de Madrid, se bajaron rápidamente y rodearon el coche de Jojan Andrés a punta de pistola para proceder a su detención. En el transcurso de esa intervención una bala atravesó el cuerpo de la víctima, del pecho a la espalda, y quedó incrustada en el asiento del conductor. La herida de mortal necesidad le causó la muerte a las 15:15 horas tras su ingreso en el hospital, donde llegó después de permanecer tendido en la acera tras ser sacado a la fuerza del coche por los dos policías de paisano.
Un amigo del fallecido, con el que hablaba por el manos libres, fue testigo directo de lo ocurrido. De la intervención del vehículo policial, el frenazo brusco de su compadre, el disparo por parte de uno de los agentes tras abrir la puerta del piloto y los lamentos de Jojan Andrés, que fue inmovilizado en el suelo con las manos en la espalda pese a estar herido de muerte. Toda esta secuencia quedó grabada en el sistema de escuchas que había sido colocado con autorización judicial en el coche del investigado, que no tenía antecedentes penales.
Pero la información policial que se trasladó a los medios de comunicación esa lluviosa tarde de enero ofreció datos muy diferentes. Acusaba al «hombre colombiano de 30 años», «con múltiples antecedentes», de recibir un disparo en el pecho después de embestir con su coche a un vehículo policial cuando trataba de huir. Y se contó, además, que en el Seat León se encontraron «varios ladrillos de cocaína, dinero y otros utensilios para manipular estupefacientes».
El atestado que se comenzó a redactar en el lugar del tiroteo, donde acudieron jefes de la Policía Nacional en Madrid, recoge que el agente que apretó el gatillo lo hizo para evitar que su acompañante fuera atropellado cuando el coche dio marcha atrás para intentar zafarse, «sintiendo ciertamente que su vida y la de su compañero corrían serio peligro».
Añade que inmediatamente antes le gritaron en tres ocasiones «alto policía, para el coche», pero el joven hizo caso omiso. Luego se situaron a poca distancia y con la puerta semiabierta del conductor vieron cómo éste realizó un «movimiento extraño, haciendo ademán de inclinarse hacia la zona baja del asiento del copiloto». Sin solución de continuidad, pensando que buscaba un arma de fuego, uno de los agentes disparó para abortar que éste continuase con la maniobra de evasión y demás movimientos «que estaban poniendo en riesgo tanto su vida y su integridad física como la de su compañero».
Hasta ahí el atestado oficial, lo que declararon los dos policías. Pero la instrucción del caso por parte de un juzgado de Madrid ha ido rebatiendo este relato en solo dos meses. Hasta el punto de que el agente de la Udyco que disparó declaró la semana pasada como investigado por un delito de homicidio doloso y, en la actualidad, está suspendido y se le ha retirado por orden judicial la tenencia y el porte del arma reglamentaria mientras se instruye la causa.
El vuelco del caso llegó con la incorporación al sumario de la grabación de la sonorización del vehículo y las imágenes de una cámara privada próxima, reclamados por el abogado Juan Manuel Fernández Ortega, que representa a la familia del fallecido. Unos elementos de prueba que el juez considera relevantes para rebatir la versión policial y que fueron mostrados al imputado durante su interrogatorio, al que asistieron dos jefes de la Policía Nacional.
En un reciente auto al que ha tenido acceso este periódico, concluye que «aparentemente» podríamos estar en presencia de un uso irregular de su arma reglamentaria y que tras el visionado del vídeo «no parece en absoluto clara esa situación de riesgo vital a la que alude el agente, siendo por ello que la utilización del arma, disparando al investigado en vez del vehículo, presenta características que hacen dudar seriamente de la corrección de su uso». En suma, la causa por la muerte de Jojan Andrés sigue abierta y ha entrado en otra dimensión tras señalar al policía por un delito de homicidio.
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