Pere Aragonès habló en la noche del domingo de gobierno de 'frente amplio' en favor del derecho de autodeterminación y de la amnistía, un concepto que gusta mucho a Arnaldo Otegi y que se inspira en algunas coaliciones progresistas de América Latina. Lo hizo con ... semblante casi presidencial, con un mensaje en inglés que sentó como un jarro de agua helada en el PSOE porque suponía reabrir la retórica del procesismo. La mayoría absoluta de los 'indepes' apunta la posibilidad de una coalición entre ERC y Junts de claro continuismo, pero con Aragonès al volante, lo que cambia algunas cosas. La experiencia de los últimos años aconseja cierta prudencia en dar por segura la fórmula porque la volatilidad de la política catalana es muy elevada. Y los comunes no quieren participar con la formación de Carles Puigdemont en ningún experimento. Atención al dato.
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Con las horas se han apaciguado los ánimos. La mañana de hoy sirve para que todos digieran los resultados. Laura Borràs, de Junts, recalca que el independentismo tiene la mayoría absoluta de los votos y se ha agarra a la cifra como si fuera un talismán mágico para presionar a Esquerra a repetir una coalición independentista que necesitaría el concurso de las CUP que, como se sabe, es imprevisible.
Todo está cogido con alfileres. Es verdad que en el seno de los dos bloques, ERC ha ganado por poco margen en el secesionismo la batalla frente a Junts y el PSC ha sustituido el papel de Ciutadans entre los no nacionalistas. Es decir, los actores que apuestan por una salida dialogada han salido reforzados de las urnas, pero a la vez tienen limitados sus márgenes de maniobra. Los de Esquerra, porque aunque Puigdemont ha perdido la primacía y su derecho a abrir el baile, aún maneja ciertos hilos desde la trastienda emocional. Los republicanos dudan. Su estrategia posibilista en Madrid ha aprobado el examen, pero a la vez el marcaje de la línea dura del independentismo les condiciona. Y los socialistas saben que, aunque han salido triunfadores en Cataluña, no tienen suficientes aliados para pasar de página y su apuesta de diálogo con el independentismo está acotada por la ley. Tanto el reconocimiento del derecho de autodeterminación como la amnistía desbordan su campo de negociación. El trasatlántico empieza a hacer el giro, pero necesita cobertura y tiempo. Los indultos, al fondo, son el combustible que necesita el barco para salir de puerto y hacerse a la mar.
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